[:es]Nacimiento de Laia.

Soy Helena. Tengo cuatro hijas. Las dos primeras, Alba y Júlia nacieron por cesárea, en 2003
y 2005. Fueron dos cesáreas no necesarias, que despertaron en mi la ira y la tristeza, y que
supusieron el inicio de un camino que me permitió perdonarme a mi misma por lo sucedido,
crecer como madre y como persona, entender las cosas de otra forma, buscar otras maneras
de “caminar”… y así en Octubre de 2008 mi tercera hija tuvo un nacimiento respetado, en
nuestra casa, rodeada de amor, de tranquilidad y de seguridad. El nacimiento de Cristina me
dio una fuerza y una confianza en mi misma que no había sentido jamás… pudimos!

En Julio de 2011 supe que volvía a estar embarazada. No estaba en nuestros planes. No
esperábamos tener más hijos. Fue duro aceptarlo, pero asumimos que si estaba allí era por
algo… algo nos iba a enseñar este bebé!

El embarazo discurrió entre la aceptación y el miedo a no ser capaz de asumir cuatro hijos.

Me puse en contacto con Marenostrum. Allí nos atendieron en el nacimiento de Cristina.

Pero entonces supe por casualidad que Inma Marcos volvía a estar activa (en 2008 ella estaba
recién parida), y sentí que quería que ella estuviera en este nuevo nacimiento. Mi fecha
probable de parto era el 27 de marzo… tenía un hueco para nosotros! A diferencia de mi tercer
embarazo, que giró desde el primer día alrededor del parto, de defender nuestra opción de
nacer en casa, esta vez el parto me preocupaba poco. Sabiendo que Inma i Roser estarían allí…
no me preocupaba nada! Así que pasé el embarazo intentando conectar con mi bebé, pues
esta vez me estaba resultando de lo más difícil. Supimos que era una niña en Noviembre, y
sus hermanas eligieron el nombre…Laia. El embarazo llegaba al final y a mi aún me costaba
conectar con ella, con el embarazo en si, en la semana 37 me sentía agobiadísima, sentía que
iba a nacer mi hija y yo aún no había podido disfrutar de llevarla dentro de mí, de sentirla… así
que decidí dejar de trabajar aquella semana, y dedicarme por completo (bueno..casi!) a mí, y a
mi hija (sin olvidarme de sus hermanas ni de su padre, je je je!!!). Estaba convencida de que el
parto se adelantaría, a pesar de que Cristina nació en la semana 42.

Semana 38

Empiezo a sentir unas contracciones algo diferentes a las que había sentido hasta ahora… se
activan con el movimiento, y se calman al descansar. Me siento súper feliz, conectada a mi
bebé, tranquila, y con ganas de conocerla. Presiento que falta poco…

El sábado, 24 de marzo me levanto con una sensación extraña. Me apetece estar sola. Esta
mañana llega mi hermano de Méjico, con mi futura cuñada, y yo no tengo ganas de ver a
nadie. Avanza la mañana y me siento triste, me siento como si el embarazo se estuviera
despidiendo de mi, y yo no lo hubiera disfrutado suficiente… no puedo parar de llorar, hasta
que Xavi me devuelve la sonrisa.

Por la tarde vamos a pasear Xavi y yo. Hace calor. Mientras caminamos, empiezan las
contracciones. Volvemos a casa, las niñas están con los abuelos, merendamos y las
contracciones siguen. Vamos a buscar a las niñas, cenamos, a las 9 están todas durmiendo.
Sigo teniendo contracciones. Me emociono, pues pienso que el parto se pone en marcha! Voy
a dormir, con contracciones suaves cada 15 minutos. Me despierto a las 12, y las contracciones

siguen cada 10-15 minutos. Pero a la 1 tengo la última contracción… nada más.

Semana 39

Seguimos con los paseos, contracciones al anochecer, y nada más. Empiezo a estar
nerviosa… cada día pienso, ahora si! Y luego no. En el pueblo no paro de encontrar gente,
todos preguntan. Llego a no tener ganas de salir de casa. Me siento triste cada vez que las
contracciones paran. No entiendo qué pasa. En mi anterior parto una vez empezaron las
contracciones, ya no pararon… Empiezo a pensar que algo no está funcionando. Me siento
triste, y cansada, triste, cansada, triste… desesperada.

Semana 41

Miércoles, 4 de abril. La misma rutina de los últimos días, contracciones suaves, espaciadas,
con más ritmo al anochecer… mientras hago la cena algo cambia… son más intensas, cada
6 minutos… acabamos de cenar. Hace 2 horas que las contracciones son intensas, cada 6
minutos. Xavi avisa a todo el mundo, mi padre viene a buscar a las niñas. Las dos mayores no
se quieren ir. Se lleva a Cristina. Llegan Lourdes y Gloria, y más tarde Inma y Roser. Subo a mi
habitación, y Alba y Júlia están conmigo…me gusta que estén allí. Pero alguien les dice que
salgan, que tengo que estar sola. Y allí, sola, oigo voces y risas en la cocina, y las contracciones
aflojan. Sé que hoy tampoco será el día, y lloro, me siento agobiada de tener en casa a
tanta gente pendiente de mi, y darme cuenta de que hoy tampoco… y lloro, y lloro… Inma y
Roser duermen en la litera de las niñas, Lourdes y Gloria en el sofá. A las 7 de la mañana nos
despertamos todos… ni rastro de las contracciones. Mis compañeras de parto se van.

Jueves, 5 de abril. Pasamos la tarde en casa de Lourdes y Gabi. Hablamos, reímos… me
distraigo, e intento no pensar más en el parto, no darle ya más vueltas. Laia nacerá cuando
ella quiera, y de la forma que quiera, tengo que relajarme, y dejarla hacer a ella. Sigo teniendo
contracciones, como cada día… no pienso en ellas. Cenamos juntos en su casa, y me divierto!!
A la hora de marchar, las niñas quieren quedarse a dormir allí, así que nos marchamos Xavi y
yo. Me voy a dormir más tranquila. Son las 12.

A las 3,30 me despierto. Tengo contracciones. Miro el reloj. Cada 6 minutos. Me siento en la
cama, y disfruto de esas contracciones en silencio. Me doy cuenta de que las campanas de
la iglesia no suenan. Es viernes santo. A las 4,30 despierto a Xavi. Las contracciones siguen
cada 6 minutos. El se despierta con energía. Bajamos al comedor, yo me siento en un sillón,
y él se pone a limpiar, la cocina, el comedor… lo prepara todo para la llegada de Laia. Ahora
si. Encendemos velas por toda la casa. En el comedor tenemos dos velas muy grandes por
los padres de Xavi, que ya no están con nosotros. Ellos nos acompañaron durante toda la
dilatación. Creo que hacia las 6 Xavi avisó a las compañeras. Gloria llegó la primera, corriendo,
pues pensaba que llegaba tarde, y sonriendo. Nos abrazamos…cuanta paz! Luego llegó
Lourdes. También nos abrazamos…cuánta alegría! Yo seguía en mi sillón, respirando cada
contracción, conectada a Laia, feliz. Llegó Inma. Escuchó el corazón de Laia. Todo bien. Las
contracciones seguían cada 6. Todo bien. Xavi había ido a comprar desayuno, desayunaron
todos en la cocina. Yo no tenía hambre. Iba bebiendo agua, y ahora me apetecía andar entre
contracciones, y pasarlas con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá, cada 3 minutos. Llegó
Roser. Ya estábamos todos! Salía de una guardia en el hospital, y tenía cara de cansada, pero

su abrazo me traía amor y cariño. Me sentía tan cuidada, tan protegida… y en casa estaban las
personas que yo quería (sólo faltaban mis hijas). Oía sus voces en la cocina, y me sentía feliz!!

Hacia las 10 comencé a sentirme cansada. Tenía mucho sueño y volví a mi sillón. Cerré los ojos,
y entre contracciones intentaba dormir. Entonces todo se hizo más lento…las contracciones
volvieron a separarse… 7 minutos. Inma me dijo que subiera a la habitación e intentara
dormir. Subí con Xavi. Me tumbé en la cama, pero así las contracciones dolían más…con lo
bien que estaba yo en mi sillón! No sabía cómo ponerme. Gloria me sugirió que me metiera
en la bañera, a ver si así podía relajarme. Las primeras contracciones en la bañera fueron muy
suaves, y pensé que podría dormir un poco allí. Pero volvieron a ser intensas, y en la bañera no
podía moverme. Salí de allí. Volví a la cama. Xavi estaba conmigo. Me abrazó y nos dimos un
beso laaaargo y tierno. Eran casi las 11. La siguiente contracción, después de aquel beso, fue
muy intensa. Hice una montaña de cojines y, colocada a cuatro patas, apoyé allí mi cabeza.
Esa sensación ya la había vivido antes. Laia estaba allí. Es una sensación animal…de instinto
puro, no puedo hablar, ni pensar, ni escuchar. De lo más profundo surge un sonido grave, que
no puedo controlar de ninguna forma. Tampoco puedo controlar las contraciones…es una
sensación de abandono total del control sobre mi cuerpo. Noté como se rompía la bolsa. Xavi
reconoció enseguida las señales, y las avisó a todas: ya está aquí!!!! El tiempo justo de subir un
piso… ya asomaba la cabeza. Otra contracción: yo rugía _ mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!
_cabeza fuera. Un minuto de descanso. Inma me decía_ aprieta_ pero yo no era dueña de mi
cuerpo… yo no podía hacer nada, excepto abandonarme. Llegó la siguiente contracción, y sentí
como salía todo su cuerpo, como un pez. Xavi la cogió al salir…lloraban los dos, llorábamos los
tres. Qué bonita era. La cogí de entre mis piernas. Ya estaba allí, húmeda, y con ese olor a vida
y a amor que no se te olvida jamás. Ese momento, el de recibir a un hijo en tus brazos, es un
concentrado de emociones irrepetible…amor, dolor, miedo, alegría… vida! Es un momento
en el que te sientes conectada…a la esencia de todo, y te sientes capaz de todo… si, otra vez,
pudimos!!!

Nuestra niña, nuestra cuarta hija, ha nacido rodeada de personas que la esperaban, con
cariño, con amor, sin prisas, con ternura, sin medicamentos innecesarios, sin intervenciones
innecesarias, con su familia, en su casa… a pesar de que el útero de su madre tiene una cicatriz
doble, que para muchos es una amenaza, pero para mí es ahora el origen de mi fuerza y de mi
confianza, pues me recuerda todo lo que he aprendido.

Quiero dar gracias a Inma, a Roser, y a todo el equipo de Néixer a Casa, por habernos
acompañado. Con ellas la conexión trasciende lo profesional, pues lo compartido es uno de los
momentos mágicos de la vida y ellas lo viven así, y te regalan esa pasión que ponen en lo que
hacen. Gracias.

También quiero dar gracias a todas las mujeres que pasan por la lista de Apoyocesareas, sobre
todo a aquellas que se implican más allá de lo virtual , pues lo que todas ofrecéis aquí ayuda
a muchas mujeres, que se sienten heridas y perdidas. Yo he logrado mis dos PVD2C gracias
a todas esas mujeres que están ahí apoyando, aliviando, aconsejando, animando… Gracias a
todas.[:ca]

Nacimiento de Laia.

Soy Helena. Tengo cuatro hijas. Las dos primeras, Alba y Júlia nacieron por cesárea, en 2003
y 2005. Fueron dos cesáreas no necesarias, que despertaron en mi la ira y la tristeza, y que
supusieron el inicio de un camino que me permitió perdonarme a mi misma por lo sucedido,
crecer como madre y como persona, entender las cosas de otra forma, buscar otras maneras
de “caminar”… y así en Octubre de 2008 mi tercera hija tuvo un nacimiento respetado, en
nuestra casa, rodeada de amor, de tranquilidad y de seguridad. El nacimiento de Cristina me
dio una fuerza y una confianza en mi misma que no había sentido jamás… pudimos!

En Julio de 2011 supe que volvía a estar embarazada. No estaba en nuestros planes. No
esperábamos tener más hijos. Fue duro aceptarlo, pero asumimos que si estaba allí era por
algo… algo nos iba a enseñar este bebé!

El embarazo discurrió entre la aceptación y el miedo a no ser capaz de asumir cuatro hijos.

 Me puse en contacto con Marenostrum. Allí nos atendieron en el nacimiento de Cristina.

Pero entonces supe por casualidad que Inma Marcos volvía a estar activa (en 2008 ella estaba
recién parida), y sentí que quería que ella estuviera en este nuevo nacimiento. Mi fecha
probable de parto era el 27 de marzo… tenía un hueco para nosotros! A diferencia de mi tercer
embarazo, que giró desde el primer día alrededor del parto, de defender nuestra opción de
nacer en casa, esta vez el parto me preocupaba poco. Sabiendo que Inma i Roser estarían allí…
no me preocupaba nada! Así que pasé el embarazo intentando conectar con mi bebé, pues
esta vez me estaba resultando de lo más difícil. Supimos que era una niña en Noviembre, y
sus hermanas eligieron el nombre…Laia. El embarazo llegaba al final y a mi aún me costaba
conectar con ella, con el embarazo en si, en la semana 37 me sentía agobiadísima, sentía que
iba a nacer mi hija y yo aún no había podido disfrutar de llevarla dentro de mí, de sentirla… así
que decidí dejar de trabajar aquella semana, y dedicarme por completo (bueno..casi!) a mí, y a
mi hija (sin olvidarme de sus hermanas ni de su padre, je je je!!!). Estaba convencida de que el
parto se adelantaría, a pesar de que Cristina nació en la semana 42.

Semana 38

Empiezo a sentir unas contracciones algo diferentes a las que había sentido hasta ahora… se
activan con el movimiento, y se calman al descansar. Me siento súper feliz, conectada a mi
bebé, tranquila, y con ganas de conocerla. Presiento que falta poco…

El sábado, 24 de marzo me levanto con una sensación extraña. Me apetece estar sola. Esta
mañana llega mi hermano de Méjico, con mi futura cuñada, y yo no tengo ganas de ver a
nadie. Avanza la mañana y me siento triste, me siento como si el embarazo se estuviera
despidiendo de mi, y yo no lo hubiera disfrutado suficiente… no puedo parar de llorar, hasta
que Xavi me devuelve la sonrisa.

Por la tarde vamos a pasear Xavi y yo. Hace calor. Mientras caminamos, empiezan las
contracciones. Volvemos a casa, las niñas están con los abuelos, merendamos y las
contracciones siguen. Vamos a buscar a las niñas, cenamos, a las 9 están todas durmiendo.
Sigo teniendo contracciones. Me emociono, pues pienso que el parto se pone en marcha! Voy
a dormir, con contracciones suaves cada 15 minutos. Me despierto a las 12, y las contracciones

siguen cada 10-15 minutos. Pero a la 1 tengo la última contracción… nada más.

Semana 39

Seguimos con los paseos, contracciones al anochecer, y nada más. Empiezo a estar
nerviosa… cada día pienso, ahora si! Y luego no. En el pueblo no paro de encontrar gente,
todos preguntan. Llego a no tener ganas de salir de casa. Me siento triste cada vez que las
contracciones paran. No entiendo qué pasa. En mi anterior parto una vez empezaron las
contracciones, ya no pararon… Empiezo a pensar que algo no está funcionando. Me siento
triste, y cansada, triste, cansada, triste… desesperada.

Semana 41

Miércoles, 4 de abril. La misma rutina de los últimos días, contracciones suaves, espaciadas,
con más ritmo al anochecer… mientras hago la cena algo cambia… son más intensas, cada
6 minutos… acabamos de cenar. Hace 2 horas que las contracciones son intensas, cada 6
minutos. Xavi avisa a todo el mundo, mi padre viene a buscar a las niñas. Las dos mayores no
se quieren ir. Se lleva a Cristina. Llegan Lourdes y Gloria, y más tarde Inma y Roser. Subo a mi
habitación, y Alba y Júlia están conmigo…me gusta que estén allí. Pero alguien les dice que
salgan, que tengo que estar sola. Y allí, sola, oigo voces y risas en la cocina, y las contracciones
aflojan. Sé que hoy tampoco será el día, y lloro, me siento agobiada de tener en casa a
tanta gente pendiente de mi, y darme cuenta de que hoy tampoco… y lloro, y lloro… Inma y
Roser duermen en la litera de las niñas, Lourdes y Gloria en el sofá. A las 7 de la mañana nos
despertamos todos… ni rastro de las contracciones. Mis compañeras de parto se van.

Jueves, 5 de abril. Pasamos la tarde en casa de Lourdes y Gabi. Hablamos, reímos… me
distraigo, e intento no pensar más en el parto, no darle ya más vueltas. Laia nacerá cuando
ella quiera, y de la forma que quiera, tengo que relajarme, y dejarla hacer a ella. Sigo teniendo
contracciones, como cada día… no pienso en ellas. Cenamos juntos en su casa, y me divierto!!
A la hora de marchar, las niñas quieren quedarse a dormir allí, así que nos marchamos Xavi y
yo. Me voy a dormir más tranquila. Son las 12.

A las 3,30 me despierto. Tengo contracciones. Miro el reloj. Cada 6 minutos. Me siento en la
cama, y disfruto de esas contracciones en silencio. Me doy cuenta de que las campanas de
la iglesia no suenan. Es viernes santo. A las 4,30 despierto a Xavi. Las contracciones siguen
cada 6 minutos. El se despierta con energía. Bajamos al comedor, yo me siento en un sillón,
y él se pone a limpiar, la cocina, el comedor… lo prepara todo para la llegada de Laia. Ahora
si. Encendemos velas por toda la casa. En el comedor tenemos dos velas muy grandes por
los padres de Xavi, que ya no están con nosotros. Ellos nos acompañaron durante toda la
dilatación. Creo que hacia las 6 Xavi avisó a las compañeras. Gloria llegó la primera, corriendo,
pues pensaba que llegaba tarde, y sonriendo. Nos abrazamos…cuanta paz! Luego llegó
Lourdes. También nos abrazamos…cuánta alegría! Yo seguía en mi sillón, respirando cada
contracción, conectada a Laia, feliz. Llegó Inma. Escuchó el corazón de Laia. Todo bien. Las
contracciones seguían cada 6. Todo bien. Xavi había ido a comprar desayuno, desayunaron
todos en la cocina. Yo no tenía hambre. Iba bebiendo agua, y ahora me apetecía andar entre
contracciones, y pasarlas con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá, cada 3 minutos. Llegó
Roser. Ya estábamos todos! Salía de una guardia en el hospital, y tenía cara de cansada, pero

su abrazo me traía amor y cariño. Me sentía tan cuidada, tan protegida… y en casa estaban las
personas que yo quería (sólo faltaban mis hijas). Oía sus voces en la cocina, y me sentía feliz!!

Hacia las 10 comencé a sentirme cansada. Tenía mucho sueño y volví a mi sillón. Cerré los ojos,
y entre contracciones intentaba dormir. Entonces todo se hizo más lento…las contracciones
volvieron a separarse… 7 minutos. Inma me dijo que subiera a la habitación e intentara
dormir. Subí con Xavi. Me tumbé en la cama, pero así las contracciones dolían más…con lo
bien que estaba yo en mi sillón! No sabía cómo ponerme. Gloria me sugirió que me metiera
en la bañera, a ver si así podía relajarme. Las primeras contracciones en la bañera fueron muy
suaves, y pensé que podría dormir un poco allí. Pero volvieron a ser intensas, y en la bañera no
podía moverme. Salí de allí. Volví a la cama. Xavi estaba conmigo. Me abrazó y nos dimos un
beso laaaargo y tierno. Eran casi las 11. La siguiente contracción, después de aquel beso, fue
muy intensa. Hice una montaña de cojines y, colocada a cuatro patas, apoyé allí mi cabeza.
Esa sensación ya la había vivido antes. Laia estaba allí. Es una sensación animal…de instinto
puro, no puedo hablar, ni pensar, ni escuchar. De lo más profundo surge un sonido grave, que
no puedo controlar de ninguna forma. Tampoco puedo controlar las contraciones…es una
sensación de abandono total del control sobre mi cuerpo. Noté como se rompía la bolsa. Xavi
reconoció enseguida las señales, y las avisó a todas: ya está aquí!!!! El tiempo justo de subir un
piso… ya asomaba la cabeza. Otra contracción: yo rugía _ mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!
_cabeza fuera. Un minuto de descanso. Inma me decía_ aprieta_ pero yo no era dueña de mi
cuerpo… yo no podía hacer nada, excepto abandonarme. Llegó la siguiente contracción, y sentí
como salía todo su cuerpo, como un pez. Xavi la cogió al salir…lloraban los dos, llorábamos los
tres. Qué bonita era. La cogí de entre mis piernas. Ya estaba allí, húmeda, y con ese olor a vida
y a amor que no se te olvida jamás. Ese momento, el de recibir a un hijo en tus brazos, es un
concentrado de emociones irrepetible…amor, dolor, miedo, alegría… vida! Es un momento
en el que te sientes conectada…a la esencia de todo, y te sientes capaz de todo… si, otra vez,
pudimos!!!

Nuestra niña, nuestra cuarta hija, ha nacido rodeada de personas que la esperaban, con
cariño, con amor, sin prisas, con ternura, sin medicamentos innecesarios, sin intervenciones
innecesarias, con su familia, en su casa… a pesar de que el útero de su madre tiene una cicatriz
doble, que para muchos es una amenaza, pero para mí es ahora el origen de mi fuerza y de mi
confianza, pues me recuerda todo lo que he aprendido.

Quiero dar gracias a Inma, a Roser, y a todo el equipo de Néixer a Casa, por habernos
acompañado. Con ellas la conexión trasciende lo profesional, pues lo compartido es uno de los
momentos mágicos de la vida y ellas lo viven así, y te regalan esa pasión que ponen en lo que
hacen. Gracias.

También quiero dar gracias a todas las mujeres que pasan por la lista de Apoyocesareas, sobre
todo a aquellas que se implican más allá de lo virtual , pues lo que todas ofrecéis aquí ayuda
a muchas mujeres, que se sienten heridas y perdidas. Yo he logrado mis dos PVD2C gracias
a todas esas mujeres que están ahí apoyando, aliviando, aconsejando, animando… Gracias a
todas.

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