Al sentarme a escribir este relato, tengo muchos momentos en mi cabeza y en mi corazón. Pero me cuesta lo que nunca me hubiera imaginado traspasarlos al papel. Siempre me ha gustado escribir mis sentimientos, pensamientos o deseos, ya que me hacen encontrarme conmigo misma. Pero en esta ocasión no es fácil, ya averiguaré el motivo…mientras tanto allá voy.

Cuando llegó la semana 20 de embarazo, comenzó nuestro camino, tu camino, de lucha, de amor. Peleaste por la vida, como yo hoy pelearía por ti contra una manada de leones, peleaste por nacer, como el que valora el regalo más inmenso que es la vida, peleaste por vivir, y no debes dejar de hacerlo nunca mientras estés en esta Tierra, yo lo he aprendido gracias a ti, y te lo agradeceré siempre mi maestra.

En la ecografía de la semana 20, nos dijeron que tu corazón no era como el de la mayoría de los bebés, había una válvula, la aórtica concretamente que era más estrecha. Recuerdo como me sentí, aterrada, confusa, no podía creer que esto nos estuviera pasando. Todos mis planes, mis deseos de embarazo y parto sin intervención, mis esquemas cayeron uno detrás de otro. Algo que aprendí, fue a no planificar tanto mi vida, sucede como sucede, está

escrito? No lo sé, pero es así. Los doctores nos dijeron que este problema, se solucionaba con un cateterismo al nacimiento, y que tenía muy buenos resultados. Pero a mi me daba igual, tú no estabas bien, tenía mucho miedo, lloré y lloré mientras me preguntaba por qué a mi? Por qué a nosotros? Algún tiempo después lloré y recé porque sólo fuera eso…

Cuando me repuse decidí que nuestro bebé tendría que nacer en un hospital de mi ciudad donde pudieran atenderlo correctamente al nacimiento, y me dispuse a hacer un control con el servicio de cardiología infantil, del cual me habían hablado muy bien.

Estaba de 22 semanas, y allí estábamos, nerviosísimos, Pepe, yo y mi madre. Y toda la familia cada uno en su lugar con la cabeza y el corazón puesto en nosotros.

Cuando entramos en la consulta, nos visitó primero un ecografista y una residente. Fueron muy fríos, a pesar de saber que yo soy comadrona. Después llegó el cardiólogo, a priori y durante la consulta nos pareció una persona amable y cercana.

Me hizo una ecografía de unos diez o quince minutos como mucho, en silencio, de repente soltó la sonda del ecógrafo y se dirigió hacia mi, me miró a los ojos, todo un detalle por cierto, y nos dijo, “esto es muy grave”.

Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, flotaba, sentí como mi mente se separaba de mi cuerpo, yo seguía allí tumbada, sin mover ni una pestaña, como si me hubieran dicho, uy qué calor hace no?, pero mi mente se fue, se fue lejos, me daba vueltas todo, no era capaz de escuchar lo que aquel señor me decía, no lloraba, no gritaba, no hablaba! Pero bueno reacciona!!!

La suerte más grande fue que Pepe estaba allí, y pudo escuchar y entender lo que nos decía. He podido recopilar la conversación de aquel día y la que tuvimos un par de días después. Nos dijo que el bebé venía con un asimetría de cavidades en el corazón, esto quiere decir que el lado izquierdo del corazón se desarrolla más pequeño que el derecho, derivando en complicaciones muy serias. Hay varios grados y el nos dijo que todo el lado izquierdo del corazón era completamente INSERVIBLE y que conforme avanzara el embarazo esto iría mucho peor. Nos explicó una única cirugía posible, (con el tiempo y al contactar con una gran profesional que más tarde citaré, nos explicó todas las

cirugías posibles, desde la más sencilla a la más complicada, ahí está la diferencia entre un profesional y “otro”, el saber dar varias opciones. Ah!! Importante, y el lado izquierdo no era para nada inservible, inservible en todo caso será usted señor doctor, por si algún día lee mi relato).

El caso es que nos dio esa opción, nos explicó que la cirugía era muy complicada y que generalmente los niños no quedaban bien del todo, ya que tenían problemas incluso a nivel cerebral por falta de oxigenación  y muchas otras cosas que mi cabeza y la de mi marido han preferido eliminar.

Cabe mención especial al comentario más científico, allá va, “miren, es que yo trato aquí con muchos matrimonios, y la realidad es que se rompen, porque tener un hijo así es muy duro, y entonces vienen aquí, no se hablan, ellos se van con otras, ellas no los quieren ni ver…” podéis imaginaros nuestra cara… en ese momento no fuimos capaces de decir nada, pero eso nos lo dice ahora después de todo lo vivido y vamos, le hubiera dicho, oiga, pero usted de verdad está bien de la cabeza o esto es una broma de mal gusto?

Y para finalizar, fue ya el colofón. Nos dijo que si queríamos interrumpir el embarazo, que era posible. Me duele mucho recordar esto, me duele hasta el alma, y no solo porque recuerdo ese momento tan duro en que pensé como iba a estar mi bebé, y que vida iba a tener si yo decidía continuar con mi embarazo, sino porque el médico que tenía delante se estaba posicionando ante nosotros, nos dijo con la mirada y con un gesto que lo mejor era

quitárnoslo del medio. Es duro, muy duro, pero más duro es pensar que igual que éramos nosotros, eran muchas otras familias, que han estado en sus manos, que han confiado en su criterio, y que Dios sabe que hubiera pasado de no habérselo cruzado en sus caminos. Respeto a todas las personas, a las que hubieran decidido tirar para adelante como yo, y a las que no. Respeto sus derechos, sus sentimientos, sus miedos. Porque al final eso es lo que nos vence, el miedo a no saber que pasará.

Salimos de la consulta hundidos, nunca he visto a Pepe así, en su rostro se reflejaba una desilusión tan grande que no se puede describir, estaba desilusionado con la vida, que sin merecerlo, lo estaba golpeando otra vez.

Me dio mucha pena verle así, nadie nos merecíamos lo que estaba

sucediendo, pero el menos que nadie. Y mi bebé en mi vientre, que se movía más que nunca, como diciéndome “¡¡¡eeeyyy estoy aquí!!! No te olvides de mi!!!. Ese día supe que no lo abandonaría, en lo más profundo de mi lo supe, que no sería capaz, por mucho que la lógica y la opinión de los más cercanos me dijera que si esto era así, era para pensárselo. Yo no decía nada, callaba y lloraba, sólo le dije a mi marido muy seriamente y sin lugar a dudas, “yo, no puedo”.

Unos días después escribí unas palabras; Hola bebé, estoy preocupada porque han visto una lesión en tu corazón, pero yo sé que va a salir todo bien, lo siento, siento tu fuerza cada día, como te mueves, como me intentas transmitir que estás bien. Sólo quiero que sepas que estoy aquí, que te quiero, y que nunca te voy a dejar, NUNCA, te quiero mucho mi amor, no tengas miedo, aunque escuches mi corazón ir muy fuerte y me escuches llorar no te preocupes, no te voy a dejar, porque eres mi bebe y te quiero. Vamos a pensar que todo va a estar bien. Te quiere, mami.

Los días siguientes, nos dedicamos a informarnos acerca de dónde podíamos ir a pedir una segunda opinión, porque lo que teníamos claro, es que esto era necesario.

Preguntamos en todos sitios, compañeros de trabajo, amigos, internet, fue una búsqueda impresionante.  Tengo que agradecer en especial a mi tío Paco Marín, un reconocido oftalmólogo que tiró de contactos por todos los sitios, para que fuéramos al mejor. Y que ha estado todo el embarazo con el corazón en vilo por este bebé. Gracias tío, porque siempre estás ahí cuando te necesitamos. Y ya de paso, doy las gracias con todo mi corazón a toda nuestra familia y amigos que han estado a nuestro lado en todo momento, ayudándonos a  sacar lo mejor de nosotros en este embarazo.

Varias personas nos llevaron a parar a la que para nosotros fue una gran luz en nuestro camino, la cardióloga Dra Queralt Ferrer Manduiña. Nunca, jamás en mi vida podré agradecerle todo lo que ha hecho por nosotros, su instinto, el cual percibí al instante, su profesionalidad implacable, su fuerza, en fin, tantas cosas…

La suerte más grande fue cruzarnos con ella en el camino.  Y para nosotros y para Marina ella tiene un lugar muy especial en nuestros corazones.

El primer día en su consulta aluciné con la ecografía que me hizo. Por mi profesión he visto hacer muchas ecografías, y me di cuenta de que tenía una destreza impresionante. Estuvo mucho tiempo mirando a mi bebé, cerca de 45 minutos, igual que el cardiólogo que nos vio…a quien ya de paso me gustaría agradecer que nos dijera todo lo que nos dijo, porque eso nos llevó a huir de él y a llegar hasta donde hemos llegado.

Un camino muy duro, mucho, pero que volvería a recorrer una y mil veces solo por volver a ver a mi hija mirarme al nacer.

Queralt siempre fue muy clara, y eso me gustó, nunca nos dijo esto no es nada, o esto va a ser fácil. Nunca. Nos dijo lo que había, la incertidumbre de esta patología, que podía ir a peor o podía mantenerse como estaba , creciendo en consonancia, aunque siempre necesitaría reparación quirúrgica al nacimiento.

Ella nos explicó todo lo que había, que eran bastantes cosillas (pero no exactamente como nos había dicho el otro cardiólogo), había una hipoplasia del arco aórtico, estrechez de válvulas, y sí que era cierto que había una simetría de cavidades como nos habían dicho, pero para nada medio corazón inservible!!!

Nos dijo una cosa, que para mi fue definitiva, dijo “ a ver, hay todo esto, pero a mi hay cosas que me dan buen rollo…” yo me sonreí a mi misma, porque siempre me pasa que las personas me transmiten cosas que a lo mejor otras personas no perciben, y yo percibí su instinto, creí mucho en ello porque la vi una profesional acojonante, todo sea dicho.

Y aunque siempre nos decía que hasta que no naciera no se vería todo lo que había y que ella se podía equivocar, yo entre mi pensaba.. Queralt, ya te digo yo que no te equivocas…

Aprovechando el viaje a Barcelona, nosotros somos de Valencia, habíamos cogido cita con otro reconocido cardiólogo, olvidé todo lo que me dijo en su consulta, porque ya habíamos elegido a Queralt Ferrer de todas todas. Pero sólo recuerdo que nos dijo; “si fuera mi nieto, yo les diría que abortaran…” Pepe y yo conforme salimos de la consulta nos miramos y nos dijimos, ni caso no?. Pues eso, a seguir…

El resto del embarazo fue un camino con muchos altos y bajos. Con mucha incertidumbre por no saber finalmente como estaría nuestro bebé, pero sobretodo con mucha represión emocional por mi parte, no quería que mi bebé sintiera mi miedo, mi dolor al pensar que podía pasarle algo malo. Marina, sé que a veces no lo podía evitar y me escuchabas llorar de una forma que sólo tú y yo sabemos, te quedabas quietecita en esos momentos, no lo olvidaré nunca, lo siento mi amor.

Pepe y yo, nos pusimos manos a la obra y organizamos todo. Buscamos al mejor cirujano, al Dr Raúl Abella y su equipo, nos pusimos en sus manos, y fue lo mejor que pudimos decidir, porque además de un grandísimo profesional es una persona maravillosa, que se preocupa por los demás de todo corazón. Sólo con que lo conozcas un rato, ya te hace sentir por él un aprecio especial.

Elegimos el hospital Vall d’Hebrón  y fue también una decisión muy acertada. Vaya!!! Todo nos iba saliendo rodado!!! Ahí estabas tú Marina, para con tu fuerza guiar nuestro camino, no me cansaré de darte las gracias.

En el hospital el trato fue excelente y muy cercano, desde el personal de consultas obstétricas de riesgo, sala de partos, planta de maternidad y UCI. Les damos a todos las gracias de todo corazón por habernos acompañado en este proceso, que para ellos es lo más cotidiano, pero para nosotros es un mundo.

Y el hecho de que en esos momentos te traten con humanidad, no tiene precio. Gracias.

Nos alquilamos un piso a las faldas de la montaña del Tibidabo y allá que nos fuimos, de 35 semanas de embarazo, los dos, con nuestro perro Kiko y nuestro bebé.

La organización no había terminado aquí, ahora empezamos el camino de preparar el parto de Marina. Yo estoy formada para la atención de partos domiciliarios, y como no, Marina hubiera nacido en la calidez de nuestro hogar de no ser por la patología que presentaba. Pero a pesar de que tenía que nacer en un hospital, queríamos no intervenir en su nacimiento, que ella decidiera cuándo y cómo nacer.

Contacté con Nèixer a casa, un equipo de comadronas que acompañan partos en casa y que además son mis maestras, y a las que admiro enormemente. Decidimos que haríamos la dilatación en casa, y acudiríamos al hospital para que Marina naciera. Hablamos con los médicos, tanto con el equipo de cardiología como de obstetricia y no suponía ningún riesgo para Marina hacer la dilatación en casa.

Para las personas que lean este relato y no tengan información acerca de la atención de partos en casa, cabe destacar que en el parto hay una o dos comadronas, perfectamente formadas y con material para valorar el bienestar del bebé, escuchando la frecuencia cardiaca fetal y si se diagnostica cualquier complicación durante el proceso, se hace un traslado inmediato.

El protocolo del hospital Vall d’Hebrón de niños con cardiopatías u otras patologías consiste en inducir el parto a la semana 40 de embarazo. Yo no quería que mi bebé tuviera que pasar por el estrés que supone una inducción mientras estuviera bien dentro de mi, así que comuniqué mi decisión al hospital y me respetaron, ya que la evidencia así lo respalda. Mi hija nació a la semana 41.1 de gestación, el 30 de Agosto de 2014.

Al mes de su nacimiento, de nuestro nacimiento, escribí mi recuerdo del parto.

Hoy hace un mes que llegaste a nuestras vidas. Fue a las 15:10 h, rodeada de mucho amor y fuerza, la que tú has demostrado tener en tan solo un mes de vida. Primero vi tu cara, con esos ojos enormes que decían “aquí estoy yo, me voy a comer el mundo” te agarré de entre mis piernas, aún tenías medio cuerpo dentro de mi, te abracé fuerte para traerte hacia mi pecho, que momento, como el final de una película y el comienzo de otra. La vida en estado puro, el amor más verdadero. Ya estabas aquí, con nosotros, resbaladiza, caliente, con ese olor tan peculiar de la mezcla de la vida, te levanté al mismo tiempo que te acercaba hacía mi y recuerdo gritar, es una niñaaaa!!!!!!!

El viernes 29 hicimos lo de cada día, aunque yo no lo recuerdo muy bien, sé que tuve contracciones durante todo el día, pero eran flojas e irregulares. Supongo que yo ya estaba a lo mío…. Por la mañana fuimos a comprar algo y por la tarde fuimos a caminar por la montaña como cada día.

Recuerdo que nos sentamos a cenar y yo no podía estar sentada, serían sobre las nueve o así, yo me iba a la pelota, me apoyaba en la mesa dejando caer la barriga, caminaba…

Cada noche desde hacía una semana parecía que el parto arrancaba, tenía contracciones por la noche pero por la mañana cuando amanecía, amanecían todos mis miedos y frenaban el momento.

Sabía que mi cuerpo estaba preparado, pero mi mente no. Inma Marcos me dijo un día, “aunque tu mente te bloquee, llega un momento que la fuerza de la naturaleza puede con esto” y así fue…

Intenté acostarme a dormir, pero ya no pude, aquello no paraba. Fuimos pasando contracciones, juntos los tres, bueno los cuatro, ya que Kiko también estaba por allí con nosotros.

Cada poco tiempo te escuchaba con mi Sony, como buena comadrona no pude dejarme llevar, tenía mi antena puesta, un error, pero que no se puede evitar.

A las cuatro de la madrugada aproximadamente le dije a Pepe que llamara a Inma y a María, que las necesitaba. Recuerdo que llegaron en seguida y cuando las vi me relajé, es como si con ellas en casa hubiera entrado oxígeno.

Inma me miró un rato y me dijo, debes estar a unos 6 cm de dilatación, y yo me puse contenta.

Fuimos haciendo, recuerdo que subía y bajaba, pero la mayor parte del tiempo estaba apoyada sobre la pila del lavabo y en el suelo. También iba a la ducha, pelota…en fin todo un baile contigo bebé. Las contracciones eran fuertes, muy fuertes, yo sentía que me partía en dos y en parte lo estaba haciendo, que brutal es esa sensación, ahora ya no recuerdo el dolor, se me ha olvidado, lo que recuerdo es la sensación de que pronto te vería.

No puedoooo, no puedooooo!!! Llegó un momento en el que en cada contracción gritaba esto. Hoy sé, que no es que pensara que no podía parir, sabía que eso si podía, lo que le gritaba al mundo, a mi mundo, es que NO podría separarme de ti. Ahora sé que eso es lo que quería decir, pese a que fue una separación tranquila, ya que me respetaron el tenerte piel con piel durante casi dos horas, que mamaras nada mas nacer y tener nuestro cordón hasta que dejó de latir, nuestra separación ha sido lo más doloroso a lo que me he tenido que enfrentar en la vida. Suerte que mi corazón y mi mente no acabaron de conectarse del todo hasta que no te tuve en casa, en nuestra casa, eso me hizo ser fuerte, tú me hiciste ser fuerte y me haces ser fuerte.

No sabía lo que me pasaba, era difícil de explicar, y me sentía mal, no lo hablaba con nadie. Tu padre decía, “es que no la puedo querer más” y yo callaba, callaba porque sabía que yo sí que era capaz de quererte más. No estaba siendo la madraza que esperaba ser, o así lo sentía, pero ahora que sí que puedo decir que es imposible quererte más, sé que no podía entregarme a ti, no podía porque mi mente me mantenía firme para poder soportar todo, sobretodo dejarte en tu cuna e irme a casa. Eso es lo más duro que una madre puede sentir, o por lo menos así lo sentía yo.

Durante la dilatación en casa, recuerdo decir , es una luz brillante que me atraviesa, esa eras tú, mi luz, que has venido a este mundo para hacerme feliz con tu mirada cada día.

Llegó un  momento en que mis miedos querían apoderarse de mi, me sentía bloqueada y quería huir, quería que todo parara, porque no me sentía preparada para que nacieras ya, no quería, quería seguir teniéndote conmigo.

Ahí fue cuando decidimos que había llegado el momento de ir al hospital. Estaba casi en dilatación completa.

Recuerdo el trayecto en coche como algo de típica película española…lo recuerdo y me saltan las lágrimas de la risa. Eran casi las 12 de la mañana, María conduciendo, Pepe a su lado, Inma y yo detrás junto con la maleta y todo el material que María llevaba en el coche.

Yo con unas gafas de sol que pillé por casa que eran reflectantes, (vaya pintas) porque tenía la neura de que la luz me pararía el parto… y allí estaba, gritando en cada contracción, en fin toda una experiencia…

Cuando llegué al hospital fue el momento en el que me empoderé como mujer, como madre, y le dije a Pepe, aquí estamos tú y yo, así que a por todas!!! y así fue.

Me gustaría hacer mención especial a mis matronas, para mi ellas fueron esenciales. Conocía al equipo de Nèixer a casa por mi formación, y fueron un gran apoyo para mi. Tenía como matronas de referencia a Inma y a María, pero allí van todas a una, y me aportaron muchísimo.

Recuerdo una primera conversación con Roser, siempre tan dulce con esa mirada de comprensión y cercanía. Ella me tendió esa primera mano que yo necesitaba. Recuerdo también la primera entrevista con Luci y María. Luci tiene una sonrisa que sería capaz de llenar un mundo entero. Me ayudaste muchísimo, ya que cada decisión que tenía que ir tomando tú siempre estabas para contarme toda la evidencia que encontrabas, y eso me hacía sentir muy segura. Laia, tú siempre me preguntabas qué tal iba todo, sé que estabas muy pendiente de nosotros, muchísimas gracias. Y como no, mis matronas Inma y María, que estuvieron conmigo dándolo todo el día del parto.

María, que puedo decir de ti, siempre tan feliz, tan cariñosa, transmitiendo una buena energía brutal, estuviste en un momento mágico para nosotros y así nos hiciste sentir. Inma, que hubiera hecho yo sin ti…. Pudiste estar conmigo en el paritorio de Vall d’Hebrón y nunca podré agradecértelo lo suficiente. Para mi fuiste crucial en ese momento, sabía que estabas allí para pelearte con todo aquel que no respetara mis decisiones, ya que yo no podía defenderme en esos momentos. Me agarré a ti como quién se agarra a un árbol de fuertes raíces, sentía en aquella habitación la fuerza de la mujeres, de todas, que estaban allí para ayudarnos.

Es difícil de explicar lo que sentí en aquella habitación, solo lo sé yo. Se hizo un círculo fuerte de amor y de fuerza que pudo con todo, Pero sí que te digo de corazón gracias.

Y dentro de aquella habitación habían más mujeres fuertes, tuve la grandísima suerte de cruzarme en el camino con Eli. La había visto en monitores una vez, y cuando supe que estaba ella en el turno, se me iluminó el cielo. No me dejó ni un segundo, peleó también por respetar todo lo que yo deseaba y que me lo respetaran, junto con Carmen otra matrona que también estaba, hicieron de su fuerza mi fuerza. Gracias Eli por esas manos tan poderosas que me sujetaban y me hacían conectar con mi centro. Sois grandes, porque trabajando en sitios donde los tiempos dependen de protocolos, hacéis una impresionante labor.

Y por último mi mayor agradecimiento es para nuestra familia, padres, abuelos, hermanos, cuñadas, sobrinos, tíos, primos, amigos… para todos gracias, porque sin vosotros y vuestro apoyo hubiera costado mucho más…

A mi matrona de “cabecera”, mi cuñada Carmen, siempre estás ahí para todo, sea cuando sea. Por circunstancias no pudiste estar en el nacimiento de Marina, pero tu fuerza también estaba presente.

En especial a mi yayo Juan, te fuiste una semana antes de que emprendiera mi viaje a Barcelona, sé que te fuiste para que mi bebé pudiera venir. Me entristece mucho que no pudieras conocerla, ni contarle las historias que nos contabas como sólo tú sabías, pero sé que estás con nosotros y que la cuidarás siempre.

Y a ti Pepe, mi amor, mi compañero de viaje, eres una gran persona, eres bueno de corazón, recorrería mil veces este camino, pero sólo podría si tú estuvieras a mi lado. Gracias por ser mi mayor apoyo cada día, estoy orgullosa de ti. Te quiero muchísimo y tu hija también.

Marina, nuestra luz, no dejes de iluminarnos nunca, te queremos.

A Marina la operaron a los nueve días de vida de coartación de aorta, a los dieciséis días le dieron el alta en el hospital. Al final la intervención fue menos de lo que nos pensábamos, y la recuperación fue espectacular, nos parecía un milagro. Hoy en día seguimos haciendo controles periódicos, y Marina es una niña muy feliz , fuerte y sana.

Marina

Lorena Crespo Marín.

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