Llegué a elegir a Inma un poco por casualidad y creo que el destino me ha
confirmado que en la vida todo va siempre como tiene que ir. Es la magia
de la vida.
Hay algunas señales que te indican que estás en el justo camino y con ella
a nuestro lado, desde el principio yo sentía y veía estas coincidencias.
Con Inma me sentí acompañada durante todo el embarazo, ella me
pasaba tranquilidad y confianza.
El curso preparto que hicimos con ella y su hermana Mireia también me
empoderó muchísimo para que tuviera todas las informaciones que
necesitaba.
El día 26 de junio vino mi madre desde Italia. El plan era que ella estuviera
en el parto y la misma noche me puse de parto.
Estaba en la semana 38 + 6 y Marisol Nur decidió nacer justo el día que
llegó su abuela Emanuela.
Las primeras horas de parto activo fueron como entrar en un viaje hacía
mí misma y a mi bebé. Fueron momentos placenteros con música
relajante, velas, respiraciones, vocalizaciones y amor y cariño de parte de
mi madre y mi pareja Dani.
Cuando llegó Inma las contracciones eran bastante más intensas y fue un
alivio meterme en la piscina que ella trajo.
Con el pasar de las horas el dolor iba subiendo de intensidad y los
descansos entre las contracciones eran siempre menos y más breves.
Yo desde mi dolor veía a Inma controlando la situación desde lejos, pero
con su continua presencia, dejando que todo fluyera como tenía que ser.
Durante el parto me dijo muy pocas cosas, sin embargo, por pocas que
fueran, siempre eran muy concretas y efectivas. Pocas palabras sabias
expresadas en el momento apropiado.
Una de estas, en un momento donde el dolor estaba muy fuerte, fue de
proponerme cambiar de escenario saliendo de la piscina y yendo al baño.
Con este desplazamiento hubo un verdadero cambio. Rompí aguas, el
dolor cambió y llegó una increíble gana de empujar y gritar como nunca
hice en mi vida.
Allí empezó la parte más dura del parto, el dolor era fuertísimo, había muy
pocos descansos, las energías iban a menos y Marisol Nur tardaba en salir.
Al cabo de unas horas, al constatar que la niña estaba con la cabecita en el
canal del parto y no se movía mucho, empezamos a practicar el parto
sutra, varias posturas que ayudaron a Marisol Nur a bajar.
Después de un buen rato haciendo “evoluciones” con la ayuda de Inma y
mi pareja Dani, encontré en la posición a cuclillas como la más “cómoda” y
efectiva y entendí que esta era “mi postura”, así que allí me quedé hasta
que Inma me dijo que faltaba muy poco y me preguntó si quería que
Marisol naciera en el agua.
Yo acepté su propuesta y me fui a la piscina y después de un par de
contracciones nació una maravillosa cabecita apepinada y en la siguiente
contracción nació el cuerpecito de mi querida niña.
Fue una emoción increíble y también un asombro conocer a esta personita
que ha crecido dentro de mí.
En el postparto también me sentí muy bien acompañada. Inma nos trató
con un cariño, un respeto y una profesionalidad increíbles.
De esta forma al final todo ha ido bien. Fue duro, eso sí, pero ha ido todo
como tenía que ir. En mi casa y con el justo acompañamiento siempre me
he sentido a gusto y segura.
Estoy también muy feliz de la presencia y preciosa ayuda de la
fotoperiodista Adiva y de nuestro amigo Albi, los cuales hicieron
fantásticas fotos y un espectacular vídeo de todo el parto.
No podía imaginar un equipo mejor para celebrar el comienzo de una vida.
Un agradecimiento especial también a Dani y mi madre me han
transmitido tanta fuerza y amor que siento que en parte han parido
también ellas conmigo.
Estaré por toda la vida infinitamente agradecida a Inma, a esta mujer que
ha confiado en mí, en Marisol y en la fuerza de la vida. Le agradeceré
siempre por su profesionalidad y su cariño. ¡Se nota cuando el trabajo es
una pasión porque hay amor y esto es lo que marca la diferencia! Gracias
Inma, te queremos mucho ❤️