Neixer a Casa

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PVD2C Diego nace en casa 15 de noviembre de 2013

Cumplía la semana 40 y decidí escribir unas palabras para Diego en este mismo blog. Esas palabras eran sin yo saberlo mi despedida al embarazo, nuestras últimas horas siendo una persona.

Fue un día estupendo, Inma me visitó, charlamos, y yo hice planes para el viernes con mi amiga Azu, desayunaríamos y también vendría otra amiga, Ali, que tenía fiesta a la cafetería de nuestra amiga Sonia.

Por la tarde fui a buscar a Pedro al cole, llevé a Carlota al parque, una tarde muy normal sin sentarme ni un segundo disfrutando de mis niños pues hacía muy buen tiempo.
Llevamos al Pedro a inglés caminando también, y compramos naranjas pues me quedaban pocas, y aguacates para el viernes noche hacer guacamole…

Carlota se durmió a las 19:30 mientras íbamos a la frutería, pidió subir al carro y se durmió al instante (algo que no sucede nunca).
Joan Carles y yo, decidimos dejarla dormir, y hablamos de lo movida que sería esa noche con ella (no teníamos ni idea de lo que nos esperaba).

Llegamos a casa, Carlota siguió en su cama durmiendo, llegó Pedro de inglés, y cenamos pronto. Pedro se durmió pronto, sobre las 21:30 y nosotros a las 23:00 estábamos cansados, comimos unas chuches que compré en mi amiga Sonia, y Diego se empezó a mover mucho, nos reímos diciendo: «A este bebé le gustan mucho las chuches como a Carlota».

Nos fuimos a dormir a las 23:10, cosa rarísima también… la casa era calma, paz, me dormí feliz y rápido… descansé mucho… esa fue mi sensación cuando a las 00:30 me desperté para hacer pis, algo muy normal. Pensaba que llevaba tres horas o más durmiendo.

Voy al lavabo y ups… un poco de líquido en mis braguitas, pensé: «será pis?», lo olí, no… no es pis. Pero era muy poco, y dije: «He fisurado la bolsa como Anahi? y como mi amiga Azu, no me queda nada… voy a dormir»
Me cambié mis braguitas y me puse una compresa preciosa de bambú de color lila, mi preferido.

Tengo contracciones, pero como las de cada noche, dolor de regla, pero me permiten estar tumbada, y en mi mente recuerdo haber leído en tantos relatos que las comadronas siempre recomiendan descansar, y yo hice eso, dormir.

Pero a la 1:15 tenía mucho pis otra vez y me volví a levantar, y fui al baño y al bajar las braguitas y sentarme un torrente de agua cálida, de olor a vida caía entre mis piernas, me llenaba de alegría, y me paré a esperar el dolor… pero no sentí dolor. Al limpiarme vi tapón mucoso, qué felicidad!!!
Con Pedro y Carlota nunca vi tapón mucoso y nunca rompí la bolsa, siempre nos la rompieron, robándome este bonito momento.

Entonces fui a la habitación y desperté a JC, fuimos al comedor y Carlota también se despertó, pero como llevaba tanto rato durmiendo estaba feliz, y quería desayunar «letie con siriales» y nos hizo reír.

Le dije a JC que me iba a duchar, y que controlara las contracciones, que eran seguidas pero no muy dolorosas, y me dijo que llamara a Inma y Luci, le dije que no, que aún teníamos tiempo y que las dejara descansar (qué sabía yo).

Por suerte mi marido que es un cielo, insistió en que llamara, y le hice caso. Llamé a Inma a las 1:30 y hablamos 5 minutos tan plácidamente, tan feliz. Me dijo que me duchara, que eran seguidas y cortas y que si podía hablar por teléfono mientras me daban es que estaba empezando, y que en un ratito volvíamos a hablar. También me dijo: «Si me necesitas voy ya»  y le dije que no hacía falta, estaba bien, y me iba a duchar, la llamaría en un rato.

Me meto en la ducha, feliz, contenta, JC y Carlota leen un cuento, todo es paz, Pedro duerme, y le hablo a Diego mientras cae el agua templada por mi barrigota por última vez.

Cierro la ducha y algo me sucede, unas ganas enormes de empujar, unas ganas que no son mías, son de otra Laura, son de mis antepasadas, o de otras mujeres… no reconozco ese dolor, esa fuerza. No soy yo. Llamo a JC, y le digo que me saque de la ducha, creo que él también se da cuenta de que no soy yo.

Me saca, y a partir de aquí mis recuerdos son muy vagos, son un sueño, son perfectos, pero yo ya no estoy, ya no estoy en mi casa, viajo a no se donde, lo llaman planeta parto, yo me fui. Pero volvía, volví para hablar con mis hijos. Volví para gritarle a JC que me llevara al hospital, sí… me rendí.

Esa fuerza me superó, me desbordó y me llenó de miedo, ese miedo no se puede trabajar durante el embarazo pues no puedes tener miedo a algo que nunca has sentido.
JC llamó a Inma serían las 2:00, le dice que estoy teniendo contracciones muy fuertes y que le pido que me lleve a un hospital. También que al salir de la ducha sangré un poco, eran aguas con tapón mucoso, yo no me asusté, JC se lo comentó y Inma lo confirmó. Inma le dice que me llene la bañera de agua y me meta. Lo hizo, pero no soporté dentro, no pude sentarme, no había sitio para mi allí. Agua no!! Ahora no!!. Me sacó.

Solo recuerdo que aunque Inma tardó 25 escasos minutos en llegar (vivo a 40 km de ella) a mi se me hizo eterno. JC se encargó de los niños, de los perros y de llamar a mis padres para que se llevarán a Pedro y Carlota, que de momento se fueron con la vecina.
Me despedí de ellos, solo recuerdo que le pedí a Pedro que cuidara de su hermana, que era lo que mamá necesitaba, si él cuidaba de Carlota todo sería perfecto.
Mi hijo dándome la mano y con sus ojos en lágrimas me miró y me dijo que así lo haría. Su mirada no podrá olvidarla jamás, sus ojos, su ilusión y el no entender del todo bien que sucedía, eran las 2 de la mañana y aún estaba medio dormido.

No sé como fui a mi cama, supongo me llevó JC, me puse a cuatro patas, no lo ensayé, nadie me lo dije, no era yo. Era algo dentro de mi, era Diego diciéndome lo que tenía que hacer. Recuerdo que me dije a mi misma: «Inma ya llega, Inma ya llega, te llevará al hospital»

Mi marido fingió que me llevaría para calmarme, y solo quería que llegara Inma, pero él sabía que no iríamos a ningún hospital. Me hablaba, me ayudaba pero yo estaba muy lejos… estaba con Diego, no podía llegar a mi marido, y decidí no hacerlo. Pero lo sentí todo el rato ahí.

Llegó Inma, yo no la oigo, yo no lo sé. Solo la noto, y con ella la paz, solo tocarme, abrazarme, la paz entra en mi cuerpo. Con Inma llegan mis padres, se llevan a los niños, ahora ya estoy más tranquila también, sé que mis hijos están con la Nana y el Abu.

Recuerdo que le muestro mi miedo, le digo que no puedo, que yo no soy tan fuerte como las chicas de la lista, que me duele mucho (no es dolor, no se expresarlo en ese momento), que nunca dilataré, etc etc…

No se lo que me dice, pero me calma. Dice JC que todo cambió. Yo gritaba o gemía pero no como antes, yo acompañaba la fuerza, fue diferente… fue maravilloso.

No sé la hora, sé que Inma me propone sentarme en la silla de partos, como Bea, pensé (a momentos mi mente volvía a vosotras, volvía a mujeres y sus partos, volvía a mi amiga Azu, a Anahí, a Bea y su video…) Me siento, o me sienta… y que bien, pero mi silla se mueve… vuela, se levanta, es una silla mágica!!!  No se si lo oí o lo soñé, decir a Inma que la silla la hizo su padre.

Llega Luci, no se la hora que es. Amor. Luci me trae tanto amor, tanto. No se puede describir. Ahora sí. La calma y la fuerza de JC, la fuerza de Diego y su amor, la paz de Inma y el amor de Luci. Ahora era el momento.

Seguían las contracciones, yo abrazada a Inma, pero cambian y abrazo a Luci, no la solté. JC me dijo si quería que me abrazara él, y me hizo volver, no quería volver y dije que NO. Lo siento mi vida, tenía que ser Luci y lo comprendiste sin separarte de mi, dándomelo todo tú también, y dándoselo todo a nuestro hijo.

Las palabras de Luci. No las puedo reproducir, son mías, para siempre. Hizo el camino conmigo, lo hizo, me hizo visualizar a mi bebé, sentirlo, lo sentía.
Y aún así hubo un momento en el que seguía pensando que no estaba ni dilatada (el daño de las cesáreas aparece). Oí algo de que le veían el pelo. No las creí. (qué pelo si me quedaran horas de dolor, eso pensé).

El miedo es poderoso, y hay que dejar de mentir sobre el parto a las mujeres.

Luci me seguía hablando, me guiaba, me hacía descansar entre contracción y contracción para coger fuerza, lo hacía, me iba, descansaba ese justo tiempo que nuestro cuerpo sabio de mujer nos proporciona para coger aliento, para sentir a tu bebé y seguir con fuerza el camino hacía él.

Contracciones poderosas, no es dolor, es algo animal, soy mamífera, ahora lo sé y lo siento. Noto presión, pero nada malo, me asusta un poco, ellas me dicen que no tenga miedo. Noto un calor, me quema, sí el aro de fuego, que para mi fue un gustito con quemor, pero no es un aro, es una estrella, es una nube, es amor… no es un aro.

Las oigo, están felices, JC también, me dicen que ya, que empuje, Inma creo que me sube un pie o pierna un poco, me ayuda a tener más fuerza… empujo, desde lo más hondo, desde algún lugar donde nunca había estado, desde donde nunca me dejaron ir robándome mis dos partos de mis dos hijos mayores. Desde allí, por mi, por que lo merecía, por el camino recorrido. Por lo que me han enseñado Pedro y Carlota, por el apoyo incondicional de JC, empujé y Inma te cogió, y te puso sobre mi. Todo es muy rápido, no me lo creo, no puede ser, es mi hijo. Le digo a Inma que no puedo, que no puedo… no sé lo que digo… solo lo huelo, es suave, está calentito… es mío. Ese olor, su olor, aún hoy siete días después le queda un poquito de olor, como dice papi «olor a placentita».

Diego nacía en un espacio pequeño entre mi cama de matrimonio y el armario, rodeado de las mejores profesionales para parir en casa. Con su padre y su madre, como debe ser, con su madre libre, que lo pudo coger, lo pude tocar… por primera vez… Parí sin estar atada, nadie me rajó, nadie me dijo nada… parí sin presión, sin miedo, sin tiempos, sin agujas, sin dolor.
Sí, parí sin dolor. Pues no se puede llamar dolor.

Eran las 3:41 del 15 de noviembre, un parto que se iniciaba a las 00:30. Rápido, fugaz, intenso y maravilloso. Un parto perfecto, para mí, el mejor parto que jamás he soñado. Miro a Diego enamorada, y solo puedo pensar en Pedro y Carlota, en lo que nos quitaron, en el daño ocasionado, en que no hay derecho. Pienso también, que Diego ha nacido de la mejor forma gracias a sus hermanos que me llevaron hasta aquí.

Diego pesó 3,600 kg, 51 cm y 36,5 de perímetro craneal.

Los momentos siguientes son maravillosos también, mi casa es alegría, es luz, se hace de día para nosotros, para el mundo siguen siendo las 4 de la madrugada, en mi habitación hay sol, está mi hijo, está su padre. Son momentos mágicos, en los que Inma y Luci «desaparecen» no hay nada, todo está limpio, ningún ruido, ninguna molestia, todo es paz y amor.

Bebí mi batido de frutas y placenta, y me supo tan bien que me habría bebido tres vasos 🙂

Tengo que agradecer mi aprendizaje a muchas personas. En mi informe de mi primera visita a Néixer a Casa pone: «Dilatación en casa».

Tengo que decir que saliendo de esa primera visita mi marido al que amo con toda mi alma, me dijo: «Parirás en casa, si lo hacemos lo hacemos bien, y con Inma irá más que bien».

Gracias cariño, el primero, por apoyarme más que nadie, por entenderme, por quererme tanto y por darlo todo por mi y por tus hijos. Por ser tan padre, por compartirlo siempre todo conmigo y con ellos, por la familia que hemos formado, y lo que nos queda por vivir. Te querré siempre, pase lo que pase.

Gracias a Pedro y Carlota, mi motor. Ellos desde el primer día han confiado en mí, y han amado a su hermano incondicionalmente. Os adoro hijos.

Gracias a mi hermano Carlos, y mi cuñada Aina, siempre ahí, siempre. Nos apoyaron, nos entendieron, nos respetaron y son los mejores Tiet y Tieta del mundo mundial. Os quiero mucho. Y vuestros 3 sobrinos también.

Gracias a mis padres, que llegaron volando, que ayudaron a Inma, que se encontraron como yo que aquello era demasiado rápido, y reaccionaron tan bien como siempre. Que cuidaron mejor que nadie a mis hijos. Os quiero.

Gracias Gemma Guillamón por presentarme a mi misma, por mostrarme el camino de una menstruación consciente, por llevarme hasta Erika Irusta.

Gracias Erika por tu taller, me cambió por completo, y gracias por darme el contacto de Anahí, por hablarle de mi.

Gracias Anahí, por tu ejemplo de lucha y fuerza, por tu relato que leí miles de veces, por tus palabras siempre de apoyo, por tus whatsapps de fuerza. Mi espinita me queda de no tener tiempo de pedirte mi vela, sé que la tenías preparada para mi.

Gracias Bea por tus mails, por tu video maravilloso de tu PVD2C de tu hijo Pau, por tu relato que también sé de memoria. Por tus ánimos siempre, gracias.

Gracias Azu por estar ahí, por compartir embarazo, por ser tan valiente y enseñarme tanto, te admiro amiga, pues tu PVDC también es un éxito grande, y te lo merecías.

Gracias Sonia por tus desayunos, por escucharme siempre y por tu apoyo en todo momento sin juzgar.

Gracias Bea y Axel, siempre a mi lado. Los dos. Siempre. Os quiero, no hace falta decir más.

Gracias Vane y Jenny, siempre me habéis apoyado, siempre me habéis animado, y sé que vuestro apoyo también ha sido fundamental.

Gracias a todas las mujeres de la lista de Apoyocesareas, me han acompañado desde sus casas, no nos conocemos personalmente, pero eso no importa. Cada noche leía vuestros mails, intenté contestar siempre y lo seguiré haciendo. Vuestras historias me han ayudado a ser más fuerte, a no cometer los mismos errores que con mis cesáreas. GRACIAS CHICAS. A todas, que sois muchas. Os llevaré siempre en mi corazón, y sé que sin vosotras no habría sido posible. Me sabe mal no haber tenido tiempo de pedir mis velitas, pues sé que las teníais para mí y para Diego. Os abrazo fuerte.

Gracias a Néixer a Casa, Roser, Raquel, Inma, Luci, Laia y Santi. No tengo palabras. Sois grandes, sois las mejores, profesionales en cada detalle, amigas siempre, mujeres sabias. Estaré en deuda con vosotras mientras viva. El dinero es papel, y vuestro trabajo no se paga con papel, es imposible. Da igual el precio, lo material no puede compensar jamás lo que me llevo de vosotras.

GRACIAS DIEGO, POR ENSEÑAR A MAMA LO QUE ES PARIR.

Laura Jaime Conejo

(publicada originalmente en http://siempremami.blogspot.com.es/2013/11/pvd2c-diego-nace-en-casa-15-de.html)

[:ca]

PVD2C Diego nace en casa 15 de noviembre de 2013

Cumplía la semana 40 y decidí escribir unas palabras para Diego en este mismo blog. Esas palabras eran sin yo saberlo mi despedida al embarazo, nuestras últimas horas siendo una persona.
Fue un día estupendo, Inma me visitó, charlamos, y yo hice planes para el viernes con mi amiga Azu, desayunaríamos y también vendría otra amiga, Ali, que tenía fiesta a la cafetería de nuestra amiga Sonia.

Por la tarde fui a buscar a Pedro al cole, llevé a Carlota al parque, una tarde muy normal sin sentarme ni un segundo disfrutando de mis niños pues hacía muy buen tiempo.
Llevamos al Pedro a inglés caminando también, y compramos naranjas pues me quedaban pocas, y aguacates para el viernes noche hacer guacamole… 

Carlota se durmió a las 19:30 mientras íbamos a la frutería, pidió subir al carro y se durmió al instante (algo que no sucede nunca). 
Joan Carles y yo, decidimos dejarla dormir, y hablamos de lo movida que sería esa noche con ella (no teníamos ni idea de lo que nos esperaba).

Llegamos a casa, Carlota siguió en su cama durmiendo, llegó Pedro de inglés, y cenamos pronto. Pedro se durmió pronto, sobre las 21:30 y nosotros a las 23:00 estábamos cansados, comimos unas chuches que compré en mi amiga Sonia, y Diego se empezó a mover mucho, nos reímos diciendo: «A este bebé le gustan mucho las chuches como a Carlota».

Nos fuimos a dormir a las 23:10, cosa rarísima también… la casa era calma, paz, me dormí feliz y rápido… descansé mucho… esa fue mi sensación cuando a las 00:30 me desperté para hacer pis, algo muy normal. Pensaba que llevaba tres horas o más durmiendo.

Voy al lavabo y ups… un poco de líquido en mis braguitas, pensé: «será pis?», lo olí, no… no es pis. Pero era muy poco, y dije: «He fisurado la bolsa como Anahi? y como mi amiga Azu, no me queda nada… voy a dormir» 
Me cambié mis braguitas y me puse una compresa preciosa de bambú de color lila, mi preferido.

Tengo contracciones, pero como las de cada noche, dolor de regla, pero me permiten estar tumbada, y en mi mente recuerdo haber leído en tantos relatos que las comadronas siempre recomiendan descansar, y yo hice eso, dormir.

Pero a la 1:15 tenía mucho pis otra vez y me volví a levantar, y fui al baño y al bajar las braguitas y sentarme un torrente de agua cálida, de olor a vida caía entre mis piernas, me llenaba de alegría, y me paré a esperar el dolor… pero no sentí dolor. Al limpiarme vi tapón mucoso, qué felicidad!!!  
Con Pedro y Carlota nunca vi tapón mucoso y nunca rompí la bolsa, siempre nos la rompieron, robándome este bonito momento.

Entonces fui a la habitación y desperté a JC, fuimos al comedor y Carlota también se despertó, pero como llevaba tanto rato durmiendo estaba feliz, y quería desayunar «letie con siriales» y nos hizo reír.

Le dije a JC que me iba a duchar, y que controlara las contracciones, que eran seguidas pero no muy dolorosas, y me dijo que llamara a Inma y Luci, le dije que no, que aún teníamos tiempo y que las dejara descansar (qué sabía yo).

Por suerte mi marido que es un cielo, insistió en que llamara, y le hice caso. Llamé a Inma a las 1:30 y hablamos 5 minutos tan plácidamente, tan feliz. Me dijo que me duchara, que eran seguidas y cortas y que si podía hablar por teléfono mientras me daban es que estaba empezando, y que en un ratito volvíamos a hablar. También me dijo: «Si me necesitas voy ya»  y le dije que no hacía falta, estaba bien, y me iba a duchar, la llamaría en un rato. 

Me meto en la ducha, feliz, contenta, JC y Carlota leen un cuento, todo es paz, Pedro duerme, y le hablo a Diego mientras cae el agua templada por mi barrigota por última vez.

Cierro la ducha y algo me sucede, unas ganas enormes de empujar, unas ganas que no son mías, son de otra Laura, son de mis antepasadas, o de otras mujeres… no reconozco ese dolor, esa fuerza. No soy yo. Llamo a JC, y le digo que me saque de la ducha, creo que él también se da cuenta de que no soy yo.

Me saca, y a partir de aquí mis recuerdos son muy vagos, son un sueño, son perfectos, pero yo ya no estoy, ya no estoy en mi casa, viajo a no se donde, lo llaman planeta parto, yo me fui. Pero volvía, volví para hablar con mis hijos. Volví para gritarle a JC que me llevara al hospital, sí… me rendí.

Esa fuerza me superó, me desbordó y me llenó de miedo, ese miedo no se puede trabajar durante el embarazo pues no puedes tener miedo a algo que nunca has sentido.
JC llamó a Inma serían las 2:00, le dice que estoy teniendo contracciones muy fuertes y que le pido que me lleve a un hospital. También que al salir de la ducha sangré un poco, eran aguas con tapón mucoso, yo no me asusté, JC se lo comentó y Inma lo confirmó. Inma le dice que me llene la bañera de agua y me meta. Lo hizo, pero no soporté dentro, no pude sentarme, no había sitio para mi allí. Agua no!! Ahora no!!. Me sacó. 

Solo recuerdo que aunque Inma tardó 25 escasos minutos en llegar (vivo a 40 km de ella) a mi se me hizo eterno. JC se encargó de los niños, de los perros y de llamar a mis padres para que se llevarán a Pedro y Carlota, que de momento se fueron con la vecina. 
Me despedí de ellos, solo recuerdo que le pedí a Pedro que cuidara de su hermana, que era lo que mamá necesitaba, si él cuidaba de Carlota todo sería perfecto.
Mi hijo dándome la mano y con sus ojos en lágrimas me miró y me dijo que así lo haría. Su mirada no podrá olvidarla jamás, sus ojos, su ilusión y el no entender del todo bien que sucedía, eran las 2 de la mañana y aún estaba medio dormido.

No sé como fui a mi cama, supongo me llevó JC, me puse a cuatro patas, no lo ensayé, nadie me lo dije, no era yo. Era algo dentro de mi, era Diego diciéndome lo que tenía que hacer. Recuerdo que me dije a mi misma: «Inma ya llega, Inma ya llega, te llevará al hospital»

Mi marido fingió que me llevaría para calmarme, y solo quería que llegara Inma, pero él sabía que no iríamos a ningún hospital. Me hablaba, me ayudaba pero yo estaba muy lejos… estaba con Diego, no podía llegar a mi marido, y decidí no hacerlo. Pero lo sentí todo el rato ahí.

Llegó Inma, yo no la oigo, yo no lo sé. Solo la noto, y con ella la paz, solo tocarme, abrazarme, la paz entra en mi cuerpo. Con Inma llegan mis padres, se llevan a los niños, ahora ya estoy más tranquila también, sé que mis hijos están con la Nana y el Abu.

Recuerdo que le muestro mi miedo, le digo que no puedo, que yo no soy tan fuerte como las chicas de la lista, que me duele mucho (no es dolor, no se expresarlo en ese momento), que nunca dilataré, etc etc…

No se lo que me dice, pero me calma. Dice JC que todo cambió. Yo gritaba o gemía pero no como antes, yo acompañaba la fuerza, fue diferente… fue maravilloso.

No sé la hora, sé que Inma me propone sentarme en la silla de partos, como Bea, pensé (a momentos mi mente volvía a vosotras, volvía a mujeres y sus partos, volvía a mi amiga Azu, a Anahí, a Bea y su video…) Me siento, o me sienta… y que bien, pero mi silla se mueve… vuela, se levanta, es una silla mágica!!!  No se si lo oí o lo soñé, decir a Inma que la silla la hizo su padre.

Llega Luci, no se la hora que es. Amor. Luci me trae tanto amor, tanto. No se puede describir. Ahora sí. La calma y la fuerza de JC, la fuerza de Diego y su amor, la paz de Inma y el amor de Luci. Ahora era el momento.

Seguían las contracciones, yo abrazada a Inma, pero cambian y abrazo a Luci, no la solté. JC me dijo si quería que me abrazara él, y me hizo volver, no quería volver y dije que NO. Lo siento mi vida, tenía que ser Luci y lo comprendiste sin separarte de mi, dándomelo todo tú también, y dándoselo todo a nuestro hijo.

Las palabras de Luci. No las puedo reproducir, son mías, para siempre. Hizo el camino conmigo, lo hizo, me hizo visualizar a mi bebé, sentirlo, lo sentía. 
Y aún así hubo un momento en el que seguía pensando que no estaba ni dilatada (el daño de las cesáreas aparece). Oí algo de que le veían el pelo. No las creí. (qué pelo si me quedaran horas de dolor, eso pensé).

El miedo es poderoso, y hay que dejar de mentir sobre el parto a las mujeres.

Luci me seguía hablando, me guiaba, me hacía descansar entre contracción y contracción para coger fuerza, lo hacía, me iba, descansaba ese justo tiempo que nuestro cuerpo sabio de mujer nos proporciona para coger aliento, para sentir a tu bebé y seguir con fuerza el camino hacía él.

Contracciones poderosas, no es dolor, es algo animal, soy mamífera, ahora lo sé y lo siento. Noto presión, pero nada malo, me asusta un poco, ellas me dicen que no tenga miedo. Noto un calor, me quema, sí el aro de fuego, que para mi fue un gustito con quemor, pero no es un aro, es una estrella, es una nube, es amor… no es un aro.

Las oigo, están felices, JC también, me dicen que ya, que empuje, Inma creo que me sube un pie o pierna un poco, me ayuda a tener más fuerza… empujo, desde lo más hondo, desde algún lugar donde nunca había estado, desde donde nunca me dejaron ir robándome mis dos partos de mis dos hijos mayores. Desde allí, por mi, por que lo merecía, por el camino recorrido. Por lo que me han enseñado Pedro y Carlota, por el apoyo incondicional de JC, empujé y Inma te cogió, y te puso sobre mi. Todo es muy rápido, no me lo creo, no puede ser, es mi hijo. Le digo a Inma que no puedo, que no puedo… no sé lo que digo… solo lo huelo, es suave, está calentito… es mío. Ese olor, su olor, aún hoy siete días después le queda un poquito de olor, como dice papi «olor a placentita».

Diego nacía en un espacio pequeño entre mi cama de matrimonio y el armario, rodeado de las mejores profesionales para parir en casa. Con su padre y su madre, como debe ser, con su madre libre, que lo pudo coger, lo pude tocar… por primera vez… Parí sin estar atada, nadie me rajó, nadie me dijo nada… parí sin presión, sin miedo, sin tiempos, sin agujas, sin dolor. 
Sí, parí sin dolor. Pues no se puede llamar dolor.

Eran las 3:41 del 15 de noviembre, un parto que se iniciaba a las 00:30. Rápido, fugaz, intenso y maravilloso. Un parto perfecto, para mí, el mejor parto que jamás he soñado. Miro a Diego enamorada, y solo puedo pensar en Pedro y Carlota, en lo que nos quitaron, en el daño ocasionado, en que no hay derecho. Pienso también, que Diego ha nacido de la mejor forma gracias a sus hermanos que me llevaron hasta aquí. 

Diego pesó 3,600 kg, 51 cm y 36,5 de perímetro craneal. 

Los momentos siguientes son maravillosos también, mi casa es alegría, es luz, se hace de día para nosotros, para el mundo siguen siendo las 4 de la madrugada, en mi habitación hay sol, está mi hijo, está su padre. Son momentos mágicos, en los que Inma y Luci «desaparecen» no hay nada, todo está limpio, ningún ruido, ninguna molestia, todo es paz y amor. 

Bebí mi batido de frutas y placenta, y me supo tan bien que me habría bebido tres vasos 🙂

Tengo que agradecer mi aprendizaje a muchas personas. En mi informe de mi primera visita a Néixer a Casa pone: «Dilatación en casa». 

Tengo que decir que saliendo de esa primera visita mi marido al que amo con toda mi alma, me dijo: «Parirás en casa, si lo hacemos lo hacemos bien, y con Inma irá más que bien».

Gracias cariño, el primero, por apoyarme más que nadie, por entenderme, por quererme tanto y por darlo todo por mi y por tus hijos. Por ser tan padre, por compartirlo siempre todo conmigo y con ellos, por la familia que hemos formado, y lo que nos queda por vivir. Te querré siempre, pase lo que pase.

Gracias a Pedro y Carlota, mi motor. Ellos desde el primer día han confiado en mí, y han amado a su hermano incondicionalmente. Os adoro hijos.

Gracias a mi hermano Carlos, y mi cuñada Aina, siempre ahí, siempre. Nos apoyaron, nos entendieron, nos respetaron y son los mejores Tiet y Tieta del mundo mundial. Os quiero mucho. Y vuestros 3 sobrinos también.

Gracias a mis padres, que llegaron volando, que ayudaron a Inma, que se encontraron como yo que aquello era demasiado rápido, y reaccionaron tan bien como siempre. Que cuidaron mejor que nadie a mis hijos. Os quiero. 

Gracias Gemma Guillamón por presentarme a mi misma, por mostrarme el camino de una menstruación consciente, por llevarme hasta Erika Irusta. 

Gracias Erika por tu taller, me cambió por completo, y gracias por darme el contacto de Anahí, por hablarle de mi. 

Gracias Anahí, por tu ejemplo de lucha y fuerza, por tu relato que leí miles de veces, por tus palabras siempre de apoyo, por tus whatsapps de fuerza. Mi espinita me queda de no tener tiempo de pedirte mi vela, sé que la tenías preparada para mi. 

Gracias Bea por tus mails, por tu video maravilloso de tu PVD2C de tu hijo Pau, por tu relato que también sé de memoria. Por tus ánimos siempre, gracias.

Gracias Azu por estar ahí, por compartir embarazo, por ser tan valiente y enseñarme tanto, te admiro amiga, pues tu PVDC también es un éxito grande, y te lo merecías.

Gracias Sonia por tus desayunos, por escucharme siempre y por tu apoyo en todo momento sin juzgar. 

Gracias Bea y Axel, siempre a mi lado. Los dos. Siempre. Os quiero, no hace falta decir más.

Gracias Vane y Jenny, siempre me habéis apoyado, siempre me habéis animado, y sé que vuestro apoyo también ha sido fundamental.

Gracias a todas las mujeres de la lista de Apoyocesareas, me han acompañado desde sus casas, no nos conocemos personalmente, pero eso no importa. Cada noche leía vuestros mails, intenté contestar siempre y lo seguiré haciendo. Vuestras historias me han ayudado a ser más fuerte, a no cometer los mismos errores que con mis cesáreas. GRACIAS CHICAS. A todas, que sois muchas. Os llevaré siempre en mi corazón, y sé que sin vosotras no habría sido posible. Me sabe mal no haber tenido tiempo de pedir mis velitas, pues sé que las teníais para mí y para Diego. Os abrazo fuerte.

Gracias a Néixer a Casa, Roser, Raquel, Inma, Luci, Laia y Santi. No tengo palabras. Sois grandes, sois las mejores, profesionales en cada detalle, amigas siempre, mujeres sabias. Estaré en deuda con vosotras mientras viva. El dinero es papel, y vuestro trabajo no se paga con papel, es imposible. Da igual el precio, lo material no puede compensar jamás lo que me llevo de vosotras.

GRACIAS DIEGO, POR ENSEÑAR A MAMA LO QUE ES PARIR.

Laura Jaime Conejo

(publicada originalmente en http://siempremami.blogspot.com.es/2013/11/pvd2c-diego-nace-en-casa-15-de.html)

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