[:es]Han pasado ya 5 meses del nacimiento, y no quiero que pase mas tiempo, no quiero olvidar los detalles. Creo que he evitado escribirlo antes porque me remueve muchos sentimientos por dentro, algunos malos, por lo que no pudo ser. Otros muchos preciosos. Y creo que es bueno que me decida a hacerlo. Tengo que cerrar el circulo.

Mis hijos me han enseñado y enriquecido mucho más de lo que yo podré hacer por ellos. Mi primera hija nació por cesárea por sospecha de perdida de bienestar fetal tras una inducción en la semana 41+5. Y desde el momento en que nació, que pude verla, notar su mirada fija en mis ojos, mi vida cambió. En muchos sentidos, y en lo referente al nacimiento también.
No viví mal la cesárea cuando sucedió. La creí necesaria, y quizás aun lo crea, pero ahora, después del nacimiento de mi segundo hijo, me duele más. Esa hora, su primera hora de vida separadas. El encontrarnos en medio de un pasillo en medio de la gente…me duele. A partir de entonces comencé un camino, sin darme cuenta al principio, guiada por ella, hacia el nacimiento de su hermano. Tenemos tanto que agradecerte, mi niña.

Antes de quedarme embarazada por segunda vez, comencé a buscar información sobre posibilidad de parto vaginal de después de cesárea. Desde un punto de vista médico, ya que es mi profesión. Yo nací por cesárea programada después de que mi hermano naciese por cesárea. Mi madre me dijo que ella no pudo dilatar después de dos días de parto con mi hermano. Y por eso la programaron cesárea conmigo, con anestesia general,en la época de pentotal. Hace 8 años mi madre tuvo un tumor de endometrio, en útero, y cuando intentaron hacer biopsia la doctora me dijo que no había podido hacerlo completo porque tenia el cervix duro, imposible de ablandar. Puede parecer una tontería, pero pensaba que yo tampoco podría. Que mi cervix seria igual. Y cuando no llegue a dilatar ni 2 cm en la inducción de mi hija, pensé que era igual que mi madre. Y me daba mucha rabia. Recuerdo también que en la primera visita de las 37 semanas con Inma y Luci, al hablar sobre este tema, Inma me comentó que hay comadronas que creen que hay una herencia celular sobre la dilatación. Pero ellas estaban convencidas de que podría parir. Yo no tanto, aunque lo deseaba con todo mi corazón.
El caso que buscando información sobre que podría hacer para tener un parto vaginal, si eso era posible, si se programaba o no directamente cesárea (a pesar de ser medico, lo desconocía), fui a dar a la pagina de El Parto es Nuestro, y la lista de Apoyocesareas. Al principio lo leía de forma muy lejana. Eran mujeres que habían pasado por cesáreas traumáticas, con trato de profesionales deficiente. Yo no me sentía así, en el hospital fueron muy respetuosos, y no me sentí maltratada en ningún momento. Pero quería parir, no quería otra cesárea. Quería romper con esa supuesta herencia. Fueron muchos meses de leer los mensajes. Y me quedé embarazada.
Inicialmente quería parir en el hospital. Soy médico, yo no hago la locura de parir en casa!! Con la de complicaciones que pueden surgir, yo quiero en un hospital y que tenga una buena Uci neonatal!! Ese era mi pensamiento. Pero seguía leyendo la lista de Apoyocesareas, historias muy duras. A la vez, toda la información que allí tenían, sobre libertad de movimiento en parto, verticalidad, intimidad…realmente tenían razón,pero no era para mi…
El primer trimestre fue malo, perdí varios kg en lugar de ganarlos. Sufrí mucha ansiedad por el triple screening, tuve discusión con la ginecóloga de zona que me llevaba, terminé haciendo amniocentesis…todo salió bien y el segundo trimestre fue mejor, cambié de hospital y ginecólogo y estaba tranquila. Pero no podía parar de leer Apoyocesareas, era adictivo. De informarme y darme cuenta de que con una cesárea previa, era difícil conseguir un parto natural en el hospital. Tendría que luchar mucho para hacerme respetar. A mi pareja no me atrevía a contarle todo. Él me decía en broma que parecía una secta… En Apoyocesareas hablaban de una comadrona, Imma Marcos, que era la gran gurú de los pvdc en casa. Acababa de unirse a tres comadronas más, Neixer a casa. Inicialmente pensé en ir a su curso de preparación al parto, pero para parir en hospital. Recuerdo que contacté por Mail, y me contestó Roser animándole a probar las clases. Pero nunca me decidía, siempre encontraba excusas. Tenia que romper con mis miedos antes incluso de atreverme a conocerlas. Yo quería implicar a D, mi pareja, pero hasta eso me costaba. Me costaba decir en voz alta los cambios que estaba sufriendo en mi forma de afrontar el nacimiento de mi hijo. Decidí hacer un curso «intermedio» al que pudiese venir D, de un fin de semana con una doula, Viktoria. Pensaba que no seria tan pro-parto en casa. Ese fin de semana algo importante cambió. Ella explicó todo lo que ya sabia, lo difícil que seria dar un nacimiento intimo y respetado en el hospital. Me reafirmó, y a la vez le abrió los ojos a D. Aun así no fue fácil tomar la decisión. Contacto de nuevo con Roser, le explico mis miedos. En medio, recuerdo una discusión con D, «igual tu no puedes parir». Mas dudas, pero saco fuerzas de nuevo. Eso si que no, lo voy a conseguir, mi niño lo va a conseguir. Recuerdo que era abril, Roser me propone quedar todos y hablar, uno de los días que propone es Sant Jordi, le digo que no, que es un día especial para nosotros. Todo son facilidades y flexibilidad para quedar, para escucharnos y ayudarnos. Quedamos a comer al lado del trabajo de D. Pienso que solo vendrá Roser, y aparecen todas, dispuestas a ayudar, a escuchar todos mis miedos, a compartir experiencias previas suyas. Tan cercanas, tan humanas. Inicialmente pensaba solo dilatar en casa con ellas y parir en hospital, pero tras hablar, me decido a intentarlo todo en casa. D me apoya.
Pasan las semanas, y sigo afrontando miedos:
– Diabetes gestacional supuesta, tras tres O’Sullivans y dos TTOG, me recomiendan que no haga la tercera. Puede que tenga intolerancia, pero no diabetes, me explican los motivos para seguir planteando parto en casa. Consulto con una de mis mejores amigas, que es médico endocrino, coincide en que no haga mas curvas.
– «Bebé lavadora». Así lo llamó Inma. Mi niño se mueve mucho, y tan pronto está en cefalica, como se pone en transversa. En la eco de las 34 semanas me dice la ginecóloga que si sigue en transversa, programan cesárea para la 38. Al día siguiente vienen a casa Luci e Inma, está en cefalica. Parece que lo que no le gusta es el hospital! Unos días mas tarde, lo noto transverso. Llamo, «ven y lo vemos mañana me dice Inma». Suerte de mis comadronas. Inma me toca la barriga, recuerdo que dijo «la madre que te parirá». Y me sorprendió esa frase, ¿De verdad le pariré? Aun lo dudaba. Lo decía porque tenia la cabeza apoyada en la cresta iliaca, pero al tocarle Inma, se coloca inmediatamente en cefalica.
– Semana 38, streptococo positivo. «No ponemos antibiótico endovenoso en casa», «ningún bebe ha tenido problemas en los partos en casa», «esto es como las avispas, si no las molestas, no pican»…si supieras que tengo fobia a las avispas…Reviso estudios, revisiones (soy medico y bastante obsesiva, una mala combinación), no hay datos concluyentes. Respetan mis miedos, decido hacer antibiótico oral y clorhexidina tópica.

Todo esto no lo puedo compartir con nadie. He decidido no decirlo a nadie de la familia, no lo entenderían , me traspasarían sus miedos, y ya bastante tengo con los míos. No puedo contarlo a mis amigos, la mayoría médicos, ellos intentarían cambiarme de opinión, y no quiero, ellos no han hecho el camino que tanto me ha costado, desde antes de quedarme embarazada. Ellos no han tenido una cesárea, no saben lo que siento.

Comparto puntualmente mis miedos en Apoyocesareas, aunque no participo mucho. Al leerme, me escribe Mónica. Estamos en la misma situación, con 3 días de diferencia en la FPP. Coincidimos en muchas cosas. Quedamos. Somos muy distintas, pero complementarias. Con ella puedo hablar de mis miedos, es una gran compañía estas ultimas semanas. Ella está decidida a parir en casa, yo aun tengo mis miedos.

Y pasan las semanas. Y el fantasma de la semana 42 aparece de nuevo, como en mi primer embarazo. Durante todo este tiempo me he preparado para mis miedos, pero estaba convencida de que no llegaría a la 42. Pero llega la 40, 41, y el miedo se hace insoportable. Se repite la historia. Voy a los monitores de la semana 40. Mi ginecólogo sabe que voy a parir en casa, conoce a Luci, me respeta la decisión. Todo ok, programan monitores para la 41, y ya veremos. Pero no voy. Y me cuesta mucho no ir, no hacer lo que se supone que debo hacer, lo que el medico me ha dicho que debo hacer. Las ultimas dos semanas las recuerdo muy dolorosas. Me da pena que fuese así, pero no lo pude evitar,por más que lo intenté. Paseos por la playa, mirando el mar, visualizando el parto, hablando con mi bebé. Fueron momentos muy especiales, pero el miedo a no ponerme de parto, a no ir al hospital, a que mi hijo tuviese algún problema….miedo, miedo, miedo. Había superado muchos miedos, pero el de que llegase la semana 42 y no me pusiese de parto me estaba superando. Las comadronas me intentaban tranquilizar, no tenían prisa, hay partos hasta en la 43, y más. Pero me costaba tranquilizarme. Cada noche me acostaba con la esperanza de que me despertase con contracciones, y al despertarme por la mañana, sin que nada hubiera pasado, me desesperaba y me hacia llorar. Pobrecito mi bebe, espero que no sufrieses mucho mi ansiedad esos días…pero no supe hacerlo mejor.
El día antes de cumplir la semana 42 fue de los más duros. Era sábado, la noche de san juan. Ese día confluyeron varias circunstancias que me hicieron sentir muy sola y triste. Habíamos acordado que tomaría el ricino esa tarde, pero se complicaron las cosas: parto de tres a la vez, vacaciones, «mejor no tomes el ricino», ingresan a la abuela de David para operarla del corazón… Nadie tiene la culpa, las circunstancias son las que son, pero me sentí mal. El domingo desperté, el ricino no hizo nada. Vino Raquel, hizo Hamilton. No me dijo nada, pero supe que no estaba nada dilatada, cuello nada favorable. Pasó otra noche, y nada. El lunes, en la 42+1, fuimos a hacer una eco doppler con una ginecóloga recomendada por Inma, para comprobar que todo seguía bien y podíamos seguir esperando. Fuimos los dos. Era la propia casa de la ginecóloga, estábamos un poco descolocados, y nerviosos los últimos días. Y ella nos lo noto. Recuerdo que dijo algo como que teníamos preocupación en los ojos, en lugar de ilusión y emoción por el próximo nacimiento de nuestro hijo. En la eco doppler había un parámetro en el limite, en la circulación sanguínea cerebral. Uno de mis grandes miedos, hipoxia en el parto. Y me derrumbé. Lo que pude llorar en aquella camilla, madre mía. La ginecóloga fue encantadora, hablamos mucho, quiso sacarme mis miedos, hacerme ver que otra cesárea no era tan trágico, «tu tienes algún trauma por haber nacido por cesárea?». No, claro que no, al menos de forma consciente. Pero yo quiero darle el mejor nacimiento a mi hijo, no se trataba de conseguir el mejor parto, no. Todo el recorrido y la superación de todos mis miedos era con el objetivo de darle lo mejor a mi niño, no era por mi…ella me recomendó hacer monitores esa misma tarde y ver como estaba. Y así lo hice, todo estaba bien, pero ni una contracción. Después de llorar mucho ese día, de empezar a aceptar que no podría darle a mi hijo el nacimiento en casa, rodeado de intimidad, con su hermana al lado, tuve que sacar fuerzas para decidir ir al hospital e intentar conseguirlo allí, de la forma más respetuosa posible. Hablé con Inma, lloré al teléfono con ella. Al día siguiente ella cogía un avión, me decía que ojalá pariese antes de que se fuese. Pero yo me rendí, decidí que al día siguiente por la mañana me iría al hospital. Haría lo que me dijesen, si era inducción o cesárea, ya me daba igual, solo quería que mi hijo estuviese sano, la mínima duda de que hubiese algo mal por mi empeño en parir en casa me mataba.
En apoyocesareas varias mujeres, al rendirse a la induccion, se pusieron de parto pocas horas antes. Ni eso funcionó. Me desperté y de nuevo, otra mañana en la que nadq habia pasado. Me despedí de mi niña, que se fue al cole. Y, como la vez anterior que fuimos a la inducción, cogimos el metro al hospital. Que recuerdos, que sensaciones tan agridulces de saber que vas a abrazar por fin a mi bebe, pero cuanta incertidumbre de cómo será. Fui sin cita a la consulta del gine. Al entrar en la consulta, me dijo «que haces aquí?». Creía que ya debía estar felizmente parida en casa. Le contesté «estoy de 42+2, necesito tu ayuda». Y creo que supo decir las palabras mágicas. Fue todo empatía y comprensión. Me dijo «creo que has hecho todo lo posible por conseguir un parto natural en casa, pero ahora te ayudaremos a conseguirlo aquí. No te preocupes por nada, ni por los resultados de la eco de ayer ni nada». Me hizo un tacto, seguía igual que el domingo. Me dijo que fuese a urgencias, él llamaría para informar a los que estaban de guardia. Y allí fuimos, dispuesta a una inducción, casi convencida de que acabaría en cesárea, pero relajada y tranquila por el hecho de que sentía que si algo le pasaba a Otto estaría controlado.
Eran las 11 de la mañana. Estaba en la sala de espera y de repente me doy cuenta de que apenas he desayunado y que no me dejarán comer. Así que le digo a mi pareja que espere, que si me llaman diga que estoy en el baño, y me voy a la cafetería corriendo. Compré de todo, zumos, Aquarius, almendras, bocatas, y en menos  dos minutos me zampé un bocata de tortilla que me supo a gloria. Cuando me llamaron, conocí a la residente que estaba d guardia, y a la que le estaba estropeando su guardia. Estaba con una residente mas pequeña, algo mas amable. Les expliqué de nuevo mi historia, apenas me hablaron. Cada una me hizo un tacto, igual que el que hacia media hora. Me dieron la típica bata de hospital, y me dijeron que me monitorizarian a ver como estaba. Según voy a la habitación de dilatación, veo a un compañero de la facultad ginecologo. Le saludo un poco avergonzada, pero esperanzada en q fuese el adjunto de guardia. Me dice que no, que no esta de guardia. Viene mi matrona, no recuerdo el nombre, creo que Rosa. Me explica todo. Es mayor, bastante amable aunque habla muy alto para mi gusto. Conoce a Luci, trabajaban juntas y son amigas. Parece entenderme y se muestra muy amable y dispuesta a ayudarme. Me monitorizan, pero puedo moverme. En el registro se ven contracciones, fuertes y cada 5 minutos. Yo no noto nada, la tripa dura, pero no me duele. Me ponen la vía y la primera dosis de penicilina, porque tenia streptococo positivo. Suerte que no me hice el Osullivan, no tienen resultados y consideran que no tengo diabetes gestacional. Tras un rato, me dicen que no me van a inducir, estoy con bastante dinámica. La comadrona me dice que me vaya a caminar por el hospital, así que ataviada con dos batas de hospital y chanclas, me dedico a subir y bajar escaleras, caminar por pasillos…me siento rara, pienso que esto es muy diferente a como lo había planeado en casa, pero estoy tranquila, parece que el parto está comenzando, mi niño ha decidido que es su lugar y su momento. Y eso para mí ya es un gran logro, pase lo que pase. Mientras paseo, a eso de la una del mediodía, comienzo a notar que estoy echando el tapón mucoso. Un paso más. Decido comerme otro bocata antes de volver a la habitación de dilatación. La verdad que cada vez voy sintiendo más fuertes las contracciones, empiezan a molestarme un poco. A las tres la simpática residente me hace otro tacto. Cada vez que lo hace pone mala cara, como si siguiese igual, sin avanzar, pero después reconoce que estoy borrando el cuello. La adjunta, que está con ella, me propone prostaglandinas. Le digo que no, que prefiero esperar. Me dicen que ok, pero si en 2-3 horas sigo igual, habrá que ponerlo, no quieren esperar mucho. No puedo dejar de leer en sus ojos la palabra cesárea, pero pienso en mi niño, le hablo por dentro, todo va a ir bien. Me ponen un rato el monitor, «Tu niño nota las contracciones, me dice la matrona». No sufre, pero baja un poco la frecuencia cardiaca. Intento no pensarlo y concentrarme. La matrona me enseña todo el área de urgencias, la sala de partos, como funciona todo. Me siento bien viéndolo todo y conociendo el lugar. Salimos de nuevo a pasear por el hospital. Las contracciones me duelen ya bastante, son cada dos minutos y me tengo que parar y agachar mientas las tengo, a la vez que D me masajea las lumbares. Al rato estoy cansada de caminar, y le pido ir a la ducha. Me protegen la via con papel de plástico y me meto en la ducha con D. Noto mucho alivio con el agua, realmente me duele mucho, no imaginaba tanto dolor. Estoy mas de una hora ahí, bajo el agua. A las 5 me hacen otro tacto, estoy dilatada de tres centímetros! La Gine me dice «estás oficialmente de parto». Me libré de prostaglandinas, y lo que es mejor, yo sola he conseguido ponerme de parto, pese a tenerlo todo en contra! Mi niño lo está decidiendo! Le estoy dejando nacer cuando quiere! En ese momento estoy muy contenta, muchísimo. Llevo muy bien el dolor, con la pelota, en la cama, a cuatro patas…la matrona me coloca la cama de forma que puedo estará 4 patas sobre ella, moverme. El monitor me lo ponen inalámbrico, a ratos. Todo está yendo bien! Realmente me cuesta creerlo en ese momento.
A las 20h o asi viene Raquel a verme, me hace mucha ilusión. No le dejan quedarse mucho tiempo, pero es todo un apouo. D está a mi lado todo el rato, masajeandome, cogiendome para que me cuelgue con las cntracciones…
A las 21h hay cambio de turno, y todo comienza a complicarse. Ya estoy de 7 cm. Yo pienso «estoy dilatando!!», pero creo que para las gines no voy lo rápido que ellas esperan. Me ponen monitor continuo, el bebé tiene bradicardias con las contracciones, cada vez más acusadas. Me preguntan varias veces si quiero epidural. Ellas quieren que me la ponga, en la cara de las gines veo la palabra cesárea aunque sé que se están conteniendo, que si no supiesen todo lo que he luchado por evitarla y tener un parto natural ya me la habrían propuesto.
Me proponen romper la bolsa, y accedo. Están preocupadas por las bradicardias, se nota. Y yo un poco tb. Estar tumbada mientras me rompen la bolsa duele muchisimo. Pero las aguas son claras, mi niño está bien! Asi que seguimos. La matrona del turno de noche es un encanto, Alicia creo recordar. Es joven, ha trabajado con Imma en partos en casa, y trabaja con Luci en el ambulatorio. Me entiende y acompaña muy bien, pero tiene por encima a las gines.
Empiezo a no controlar el dolor después de romper la bolsa y no dejarme moverme mucho. Y las bradicardias empeoran también. Estoy perdiendo el control, que he tenido todo el rato. He estado en el planeta parto a ratos, pero ahora estoy muy lejos, me duele muchísimo y empiezo a desanimarme. Hablo con Alicia sobre la epidural, sobre cómo es el dolor en el expulsivo, por si podré aguantarlo. Ella me dice que las gines quieren ponerla por si hay que acortar el expulsivo…es entonces me dicen que hay que hacer pH para ver si hay sufrimiento. Tumbada, le van a pinchar en la cabeza a mi niño, me duele casi tanto como a él, comienzo a llorar de dolor y a preocuparme por todo, pensando que pueda estar sufriendo de verdad…así que accedo a la epidural. No es solo a eso, se que les estoy dando el mando del parto a partir de ahora. Ojalá hubiese sido más fuerte, ojalá me hubiesen ayudado más. Pero las cosas fueron así, y pienso en ese momento que ahora tengo que luchar por mi hijo tumbada. Así que me ponen la epidural estando ya de 8 cm. Puedo mover las piernas y notar las contracciones. El pH está bien, claro que si mi niño!! Asi que me centro en la respiración tumbada, para que le llegue todo el oxigeno. Me muevo de un lado a otro para ayudarle a bajar. Me dicen, ya con el control de mi parto, que pondrán oxitocina, muy poca. Le hablo de mi miedo a rotura uterna por oxitocina, me aseguran que será dosis mínima (4 ponía en el monitor). A los 30 min de ponerla, a la 1 am, estoy dilatada en completa!!! Pero está muy alto según dicen.  Siguen preocupados por su bienestar. Están las 3 ginecólogas, x su cara temo otra cesarea. Una matrona nueva entra y me aprieta tripa aprovechando contraccion. Se lo q hace, kristeller. Temo x rotura de utero, pero a la vez q lo hace la gine  que me está haciendo el tacto dice: ha bajado!! Todas ponen cara de alegría. Continuo empujando:  4 plano! A sala de partos!!! No me lo puedo creer!!
1:30. Sala de partos. Yo sigo empujando cada vez q noto contracción. Todos se mueven, D. en un momento veo q pone cara de alegría y asombro, se ve el pelo!! Empujo 3veces mas y ya esta fuera!! Sin episio, sin forceps!! Lo ponen encima mío y no lo puedo creer. Mi niño. Miro a D., lo hemos conseguido! No lloro, estoy tan emocionada y alegre!! Apenas llora, solo estornuda un poco. Ya estamos juntos. Pregunto si está bien, me dicen q si. Tiene fosita sacra, como su hermana. Viene la pediatra, no es nada grave. Nos enseñan la placenta. Me cosen un pequeño desgarro de dos puntos superficiales. Le doy teta en apenas unos minutos, sin problema. Esperamos en un pasillo a subir a habitación, tapo con tela para q no le de la luz. Estamos los tres, soy tan feliz!!! A pesar de todo, de mi, del miedo, del hospital, mi hijo ha decidido el día y lugar donde quería nacer, de forma respetada y todo ha ido bien.

Hoy, cuando termino de escribir el relato, mi hijo tiene casi 9 meses ya. 9 meses en los que no nos hemos separado, y me ha demostrado que es un campeón.

Me ha costado escribirlo todo, por lo que me remueve por dentro. Por la añoranza de lo que no conseguí, que era darle un nacimiento más intimo y respetado. Hice todo lo que pude, mi niño…
Quiero agradecer en primer lugar a mi hija, ella es la responsable de todo lo que conseguimos, que no fue poco. A mi pareja, que estuvo a mi lado y creo que hizo todo lo que supo por acompañarme.
A mis comadronas, por su comprensión y acompañamiento. Se que no fue fui una embarazada fácil, pero siempre tuvisteis palabras de comprensión y apoyo. Ojalá si tengo un tercer hijo podáis acompañarme en su nacimiento en casa.
A Mónica, por su enorme apoyo, confidente en esas ultimas semanas, que escuchó todos mis miedos, me hizo reír mucho y distraerme en los momentos de bajón.
Y a apoyocesáreas, a todas las mujeres maravillosas que están en ella, tan fuertes, decididas y empoderadas. Vuestras experiencias y relatos me ayudaron muchísimo, aunque los leía en silencio, sin participar mucho. Aún os sigo leyendo, de vez en cuando, no puedo evitarlo! Os debía mi relato, y aquí está. Espero que pueda ayudaros con mi historia, igual que me ayudaron las vuestras. Nadie dijo que fuera fácil, pero se puede parir. PODEMOS!!!!![:ca]

Han pasado ya 5 meses del nacimiento, y no quiero que pase mas tiempo, no quiero olvidar los detalles. Creo que he evitado escribirlo antes porque me remueve muchos sentimientos por dentro, algunos malos, por lo que no pudo ser. Otros muchos preciosos. Y creo que es bueno que me decida a hacerlo. Tengo que cerrar el circulo.

Mis hijos me han enseñado y enriquecido mucho más de lo que yo podré hacer por ellos. Mi primera hija nació por cesárea por sospecha de perdida de bienestar fetal tras una inducción en la semana 41+5. Y desde el momento en que nació, que pude verla, notar su mirada fija en mis ojos, mi vida cambió. En muchos sentidos, y en lo referente al nacimiento también.
No viví mal la cesárea cuando sucedió. La creí necesaria, y quizás aun lo crea, pero ahora, después del nacimiento de mi segundo hijo, me duele más. Esa hora, su primera hora de vida separadas. El encontrarnos en medio de un pasillo en medio de la gente…me duele. A partir de entonces comencé un camino, sin darme cuenta al principio, guiada por ella, hacia el nacimiento de su hermano. Tenemos tanto que agradecerte, mi niña.

Antes de quedarme embarazada por segunda vez, comencé a buscar información sobre posibilidad de parto vaginal de después de cesárea. Desde un punto de vista médico, ya que es mi profesión. Yo nací por cesárea programada después de que mi hermano naciese por cesárea. Mi madre me dijo que ella no pudo dilatar después de dos días de parto con mi hermano. Y por eso la programaron cesárea conmigo, con anestesia general,en la época de pentotal. Hace 8 años mi madre tuvo un tumor de endometrio, en útero, y cuando intentaron hacer biopsia la doctora me dijo que no había podido hacerlo completo porque tenia el cervix duro, imposible de ablandar. Puede parecer una tontería, pero pensaba que yo tampoco podría. Que mi cervix seria igual. Y cuando no llegue a dilatar ni 2 cm en la inducción de mi hija, pensé que era igual que mi madre. Y me daba mucha rabia. Recuerdo también que en la primera visita de las 37 semanas con Inma y Luci, al hablar sobre este tema, Inma me comentó que hay comadronas que creen que hay una herencia celular sobre la dilatación. Pero ellas estaban convencidas de que podría parir. Yo no tanto, aunque lo deseaba con todo mi corazón.
El caso que buscando información sobre que podría hacer para tener un parto vaginal, si eso era posible, si se programaba o no directamente cesárea (a pesar de ser medico, lo desconocía), fui a dar a la pagina de El Parto es Nuestro, y la lista de Apoyocesareas. Al principio lo leía de forma muy lejana. Eran mujeres que habían pasado por cesáreas traumáticas, con trato de profesionales deficiente. Yo no me sentía así, en el hospital fueron muy respetuosos, y no me sentí maltratada en ningún momento. Pero quería parir, no quería otra cesárea. Quería romper con esa supuesta herencia. Fueron muchos meses de leer los mensajes. Y me quedé embarazada.
Inicialmente quería parir en el hospital. Soy médico, yo no hago la locura de parir en casa!! Con la de complicaciones que pueden surgir, yo quiero en un hospital y que tenga una buena Uci neonatal!! Ese era mi pensamiento. Pero seguía leyendo la lista de Apoyocesareas, historias muy duras. A la vez, toda la información que allí tenían, sobre libertad de movimiento en parto, verticalidad, intimidad…realmente tenían razón,pero no era para mi…
El primer trimestre fue malo, perdí varios kg en lugar de ganarlos. Sufrí mucha ansiedad por el triple screening, tuve discusión con la ginecóloga de zona que me llevaba, terminé haciendo amniocentesis…todo salió bien y el segundo trimestre fue mejor, cambié de hospital y ginecólogo y estaba tranquila. Pero no podía parar de leer Apoyocesareas, era adictivo. De informarme y darme cuenta de que con una cesárea previa, era difícil conseguir un parto natural en el hospital. Tendría que luchar mucho para hacerme respetar. A mi pareja no me atrevía a contarle todo. Él me decía en broma que parecía una secta… En Apoyocesareas hablaban de una comadrona, Imma Marcos, que era la gran gurú de los pvdc en casa. Acababa de unirse a tres comadronas más, Neixer a casa. Inicialmente pensé en ir a su curso de preparación al parto, pero para parir en hospital. Recuerdo que contacté por Mail, y me contestó Roser animándole a probar las clases. Pero nunca me decidía, siempre encontraba excusas. Tenia que romper con mis miedos antes incluso de atreverme a conocerlas. Yo quería implicar a D, mi pareja, pero hasta eso me costaba. Me costaba decir en voz alta los cambios que estaba sufriendo en mi forma de afrontar el nacimiento de mi hijo. Decidí hacer un curso «intermedio» al que pudiese venir D, de un fin de semana con una doula, Viktoria. Pensaba que no seria tan pro-parto en casa. Ese fin de semana algo importante cambió. Ella explicó todo lo que ya sabia, lo difícil que seria dar un nacimiento intimo y respetado en el hospital. Me reafirmó, y a la vez le abrió los ojos a D. Aun así no fue fácil tomar la decisión. Contacto de nuevo con Roser, le explico mis miedos. En medio, recuerdo una discusión con D, «igual tu no puedes parir». Mas dudas, pero saco fuerzas de nuevo. Eso si que no, lo voy a conseguir, mi niño lo va a conseguir. Recuerdo que era abril, Roser me propone quedar todos y hablar, uno de los días que propone es Sant Jordi, le digo que no, que es un día especial para nosotros. Todo son facilidades y flexibilidad para quedar, para escucharnos y ayudarnos. Quedamos a comer al lado del trabajo de D. Pienso que solo vendrá Roser, y aparecen todas, dispuestas a ayudar, a escuchar todos mis miedos, a compartir experiencias previas suyas. Tan cercanas, tan humanas. Inicialmente pensaba solo dilatar en casa con ellas y parir en hospital, pero tras hablar, me decido a intentarlo todo en casa. D me apoya.
Pasan las semanas, y sigo afrontando miedos:
– Diabetes gestacional supuesta, tras tres O’Sullivans y dos TTOG, me recomiendan que no haga la tercera. Puede que tenga intolerancia, pero no diabetes, me explican los motivos para seguir planteando parto en casa. Consulto con una de mis mejores amigas, que es médico endocrino, coincide en que no haga mas curvas.
– «Bebé lavadora». Así lo llamó Inma. Mi niño se mueve mucho, y tan pronto está en cefalica, como se pone en transversa. En la eco de las 34 semanas me dice la ginecóloga que si sigue en transversa, programan cesárea para la 38. Al día siguiente vienen a casa Luci e Inma, está en cefalica. Parece que lo que no le gusta es el hospital! Unos días mas tarde, lo noto transverso. Llamo, «ven y lo vemos mañana me dice Inma». Suerte de mis comadronas. Inma me toca la barriga, recuerdo que dijo «la madre que te parirá». Y me sorprendió esa frase, ¿De verdad le pariré? Aun lo dudaba. Lo decía porque tenia la cabeza apoyada en la cresta iliaca, pero al tocarle Inma, se coloca inmediatamente en cefalica.
– Semana 38, streptococo positivo. «No ponemos antibiótico endovenoso en casa», «ningún bebe ha tenido problemas en los partos en casa», «esto es como las avispas, si no las molestas, no pican»…si supieras que tengo fobia a las avispas…Reviso estudios, revisiones (soy medico y bastante obsesiva, una mala combinación), no hay datos concluyentes. Respetan mis miedos, decido hacer antibiótico oral y clorhexidina tópica.

Todo esto no lo puedo compartir con nadie. He decidido no decirlo a nadie de la familia, no lo entenderían , me traspasarían sus miedos, y ya bastante tengo con los míos. No puedo contarlo a mis amigos, la mayoría médicos, ellos intentarían cambiarme de opinión, y no quiero, ellos no han hecho el camino que tanto me ha costado, desde antes de quedarme embarazada. Ellos no han tenido una cesárea, no saben lo que siento.

Comparto puntualmente mis miedos en Apoyocesareas, aunque no participo mucho. Al leerme, me escribe Mónica. Estamos en la misma situación, con 3 días de diferencia en la FPP. Coincidimos en muchas cosas. Quedamos. Somos muy distintas, pero complementarias. Con ella puedo hablar de mis miedos, es una gran compañía estas ultimas semanas. Ella está decidida a parir en casa, yo aun tengo mis miedos.

Y pasan las semanas. Y el fantasma de la semana 42 aparece de nuevo, como en mi primer embarazo. Durante todo este tiempo me he preparado para mis miedos, pero estaba convencida de que no llegaría a la 42. Pero llega la 40, 41, y el miedo se hace insoportable. Se repite la historia. Voy a los monitores de la semana 40. Mi ginecólogo sabe que voy a parir en casa, conoce a Luci, me respeta la decisión. Todo ok, programan monitores para la 41, y ya veremos. Pero no voy. Y me cuesta mucho no ir, no hacer lo que se supone que debo hacer, lo que el medico me ha dicho que debo hacer. Las ultimas dos semanas las recuerdo muy dolorosas. Me da pena que fuese así, pero no lo pude evitar,por más que lo intenté. Paseos por la playa, mirando el mar, visualizando el parto, hablando con mi bebé. Fueron momentos muy especiales, pero el miedo a no ponerme de parto, a no ir al hospital, a que mi hijo tuviese algún problema….miedo, miedo, miedo. Había superado muchos miedos, pero el de que llegase la semana 42 y no me pusiese de parto me estaba superando. Las comadronas me intentaban tranquilizar, no tenían prisa, hay partos hasta en la 43, y más. Pero me costaba tranquilizarme. Cada noche me acostaba con la esperanza de que me despertase con contracciones, y al despertarme por la mañana, sin que nada hubiera pasado, me desesperaba y me hacia llorar. Pobrecito mi bebe, espero que no sufrieses mucho mi ansiedad esos días…pero no supe hacerlo mejor.
El día antes de cumplir la semana 42 fue de los más duros. Era sábado, la noche de san juan. Ese día confluyeron varias circunstancias que me hicieron sentir muy sola y triste. Habíamos acordado que tomaría el ricino esa tarde, pero se complicaron las cosas: parto de tres a la vez, vacaciones, «mejor no tomes el ricino», ingresan a la abuela de David para operarla del corazón… Nadie tiene la culpa, las circunstancias son las que son, pero me sentí mal. El domingo desperté, el ricino no hizo nada. Vino Raquel, hizo Hamilton. No me dijo nada, pero supe que no estaba nada dilatada, cuello nada favorable. Pasó otra noche, y nada. El lunes, en la 42+1, fuimos a hacer una eco doppler con una ginecóloga recomendada por Inma, para comprobar que todo seguía bien y podíamos seguir esperando. Fuimos los dos. Era la propia casa de la ginecóloga, estábamos un poco descolocados, y nerviosos los últimos días. Y ella nos lo noto. Recuerdo que dijo algo como que teníamos preocupación en los ojos, en lugar de ilusión y emoción por el próximo nacimiento de nuestro hijo. En la eco doppler había un parámetro en el limite, en la circulación sanguínea cerebral. Uno de mis grandes miedos, hipoxia en el parto. Y me derrumbé. Lo que pude llorar en aquella camilla, madre mía. La ginecóloga fue encantadora, hablamos mucho, quiso sacarme mis miedos, hacerme ver que otra cesárea no era tan trágico, «tu tienes algún trauma por haber nacido por cesárea?». No, claro que no, al menos de forma consciente. Pero yo quiero darle el mejor nacimiento a mi hijo, no se trataba de conseguir el mejor parto, no. Todo el recorrido y la superación de todos mis miedos era con el objetivo de darle lo mejor a mi niño, no era por mi…ella me recomendó hacer monitores esa misma tarde y ver como estaba. Y así lo hice, todo estaba bien, pero ni una contracción. Después de llorar mucho ese día, de empezar a aceptar que no podría darle a mi hijo el nacimiento en casa, rodeado de intimidad, con su hermana al lado, tuve que sacar fuerzas para decidir ir al hospital e intentar conseguirlo allí, de la forma más respetuosa posible. Hablé con Inma, lloré al teléfono con ella. Al día siguiente ella cogía un avión, me decía que ojalá pariese antes de que se fuese. Pero yo me rendí, decidí que al día siguiente por la mañana me iría al hospital. Haría lo que me dijesen, si era inducción o cesárea, ya me daba igual, solo quería que mi hijo estuviese sano, la mínima duda de que hubiese algo mal por mi empeño en parir en casa me mataba.
En apoyocesareas varias mujeres, al rendirse a la induccion, se pusieron de parto pocas horas antes. Ni eso funcionó. Me desperté y de nuevo, otra mañana en la que nadq habia pasado. Me despedí de mi niña, que se fue al cole. Y, como la vez anterior que fuimos a la inducción, cogimos el metro al hospital. Que recuerdos, que sensaciones tan agridulces de saber que vas a abrazar por fin a mi bebe, pero cuanta incertidumbre de cómo será. Fui sin cita a la consulta del gine. Al entrar en la consulta, me dijo «que haces aquí?». Creía que ya debía estar felizmente parida en casa. Le contesté «estoy de 42+2, necesito tu ayuda». Y creo que supo decir las palabras mágicas. Fue todo empatía y comprensión. Me dijo «creo que has hecho todo lo posible por conseguir un parto natural en casa, pero ahora te ayudaremos a conseguirlo aquí. No te preocupes por nada, ni por los resultados de la eco de ayer ni nada». Me hizo un tacto, seguía igual que el domingo. Me dijo que fuese a urgencias, él llamaría para informar a los que estaban de guardia. Y allí fuimos, dispuesta a una inducción, casi convencida de que acabaría en cesárea, pero relajada y tranquila por el hecho de que sentía que si algo le pasaba a Otto estaría controlado.
Eran las 11 de la mañana. Estaba en la sala de espera y de repente me doy cuenta de que apenas he desayunado y que no me dejarán comer. Así que le digo a mi pareja que espere, que si me llaman diga que estoy en el baño, y me voy a la cafetería corriendo. Compré de todo, zumos, Aquarius, almendras, bocatas, y en menos  dos minutos me zampé un bocata de tortilla que me supo a gloria. Cuando me llamaron, conocí a la residente que estaba d guardia, y a la que le estaba estropeando su guardia. Estaba con una residente mas pequeña, algo mas amable. Les expliqué de nuevo mi historia, apenas me hablaron. Cada una me hizo un tacto, igual que el que hacia media hora. Me dieron la típica bata de hospital, y me dijeron que me monitorizarian a ver como estaba. Según voy a la habitación de dilatación, veo a un compañero de la facultad ginecologo. Le saludo un poco avergonzada, pero esperanzada en q fuese el adjunto de guardia. Me dice que no, que no esta de guardia. Viene mi matrona, no recuerdo el nombre, creo que Rosa. Me explica todo. Es mayor, bastante amable aunque habla muy alto para mi gusto. Conoce a Luci, trabajaban juntas y son amigas. Parece entenderme y se muestra muy amable y dispuesta a ayudarme. Me monitorizan, pero puedo moverme. En el registro se ven contracciones, fuertes y cada 5 minutos. Yo no noto nada, la tripa dura, pero no me duele. Me ponen la vía y la primera dosis de penicilina, porque tenia streptococo positivo. Suerte que no me hice el Osullivan, no tienen resultados y consideran que no tengo diabetes gestacional. Tras un rato, me dicen que no me van a inducir, estoy con bastante dinámica. La comadrona me dice que me vaya a caminar por el hospital, así que ataviada con dos batas de hospital y chanclas, me dedico a subir y bajar escaleras, caminar por pasillos…me siento rara, pienso que esto es muy diferente a como lo había planeado en casa, pero estoy tranquila, parece que el parto está comenzando, mi niño ha decidido que es su lugar y su momento. Y eso para mí ya es un gran logro, pase lo que pase. Mientras paseo, a eso de la una del mediodía, comienzo a notar que estoy echando el tapón mucoso. Un paso más. Decido comerme otro bocata antes de volver a la habitación de dilatación. La verdad que cada vez voy sintiendo más fuertes las contracciones, empiezan a molestarme un poco. A las tres la simpática residente me hace otro tacto. Cada vez que lo hace pone mala cara, como si siguiese igual, sin avanzar, pero después reconoce que estoy borrando el cuello. La adjunta, que está con ella, me propone prostaglandinas. Le digo que no, que prefiero esperar. Me dicen que ok, pero si en 2-3 horas sigo igual, habrá que ponerlo, no quieren esperar mucho. No puedo dejar de leer en sus ojos la palabra cesárea, pero pienso en mi niño, le hablo por dentro, todo va a ir bien. Me ponen un rato el monitor, «Tu niño nota las contracciones, me dice la matrona». No sufre, pero baja un poco la frecuencia cardiaca. Intento no pensarlo y concentrarme. La matrona me enseña todo el área de urgencias, la sala de partos, como funciona todo. Me siento bien viéndolo todo y conociendo el lugar. Salimos de nuevo a pasear por el hospital. Las contracciones me duelen ya bastante, son cada dos minutos y me tengo que parar y agachar mientas las tengo, a la vez que D me masajea las lumbares. Al rato estoy cansada de caminar, y le pido ir a la ducha. Me protegen la via con papel de plástico y me meto en la ducha con D. Noto mucho alivio con el agua, realmente me duele mucho, no imaginaba tanto dolor. Estoy mas de una hora ahí, bajo el agua. A las 5 me hacen otro tacto, estoy dilatada de tres centímetros! La Gine me dice «estás oficialmente de parto». Me libré de prostaglandinas, y lo que es mejor, yo sola he conseguido ponerme de parto, pese a tenerlo todo en contra! Mi niño lo está decidiendo! Le estoy dejando nacer cuando quiere! En ese momento estoy muy contenta, muchísimo. Llevo muy bien el dolor, con la pelota, en la cama, a cuatro patas…la matrona me coloca la cama de forma que puedo estará 4 patas sobre ella, moverme. El monitor me lo ponen inalámbrico, a ratos. Todo está yendo bien! Realmente me cuesta creerlo en ese momento.
A las 20h o asi viene Raquel a verme, me hace mucha ilusión. No le dejan quedarse mucho tiempo, pero es todo un apouo. D está a mi lado todo el rato, masajeandome, cogiendome para que me cuelgue con las cntracciones…
A las 21h hay cambio de turno, y todo comienza a complicarse. Ya estoy de 7 cm. Yo pienso «estoy dilatando!!», pero creo que para las gines no voy lo rápido que ellas esperan. Me ponen monitor continuo, el bebé tiene bradicardias con las contracciones, cada vez más acusadas. Me preguntan varias veces si quiero epidural. Ellas quieren que me la ponga, en la cara de las gines veo la palabra cesárea aunque sé que se están conteniendo, que si no supiesen todo lo que he luchado por evitarla y tener un parto natural ya me la habrían propuesto.
Me proponen romper la bolsa, y accedo. Están preocupadas por las bradicardias, se nota. Y yo un poco tb. Estar tumbada mientras me rompen la bolsa duele muchisimo. Pero las aguas son claras, mi niño está bien! Asi que seguimos. La matrona del turno de noche es un encanto, Alicia creo recordar. Es joven, ha trabajado con Imma en partos en casa, y trabaja con Luci en el ambulatorio. Me entiende y acompaña muy bien, pero tiene por encima a las gines.
Empiezo a no controlar el dolor después de romper la bolsa y no dejarme moverme mucho. Y las bradicardias empeoran también. Estoy perdiendo el control, que he tenido todo el rato. He estado en el planeta parto a ratos, pero ahora estoy muy lejos, me duele muchísimo y empiezo a desanimarme. Hablo con Alicia sobre la epidural, sobre cómo es el dolor en el expulsivo, por si podré aguantarlo. Ella me dice que las gines quieren ponerla por si hay que acortar el expulsivo…es entonces me dicen que hay que hacer pH para ver si hay sufrimiento. Tumbada, le van a pinchar en la cabeza a mi niño, me duele casi tanto como a él, comienzo a llorar de dolor y a preocuparme por todo, pensando que pueda estar sufriendo de verdad…así que accedo a la epidural. No es solo a eso, se que les estoy dando el mando del parto a partir de ahora. Ojalá hubiese sido más fuerte, ojalá me hubiesen ayudado más. Pero las cosas fueron así, y pienso en ese momento que ahora tengo que luchar por mi hijo tumbada. Así que me ponen la epidural estando ya de 8 cm. Puedo mover las piernas y notar las contracciones. El pH está bien, claro que si mi niño!! Asi que me centro en la respiración tumbada, para que le llegue todo el oxigeno. Me muevo de un lado a otro para ayudarle a bajar. Me dicen, ya con el control de mi parto, que pondrán oxitocina, muy poca. Le hablo de mi miedo a rotura uterna por oxitocina, me aseguran que será dosis mínima (4 ponía en el monitor). A los 30 min de ponerla, a la 1 am, estoy dilatada en completa!!! Pero está muy alto según dicen.  Siguen preocupados por su bienestar. Están las 3 ginecólogas, x su cara temo otra cesarea. Una matrona nueva entra y me aprieta tripa aprovechando contraccion. Se lo q hace, kristeller. Temo x rotura de utero, pero a la vez q lo hace la gine  que me está haciendo el tacto dice: ha bajado!! Todas ponen cara de alegría. Continuo empujando:  4 plano! A sala de partos!!! No me lo puedo creer!!
1:30. Sala de partos. Yo sigo empujando cada vez q noto contracción. Todos se mueven, D. en un momento veo q pone cara de alegría y asombro, se ve el pelo!! Empujo 3veces mas y ya esta fuera!! Sin episio, sin forceps!! Lo ponen encima mío y no lo puedo creer. Mi niño. Miro a D., lo hemos conseguido! No lloro, estoy tan emocionada y alegre!! Apenas llora, solo estornuda un poco. Ya estamos juntos. Pregunto si está bien, me dicen q si. Tiene fosita sacra, como su hermana. Viene la pediatra, no es nada grave. Nos enseñan la placenta. Me cosen un pequeño desgarro de dos puntos superficiales. Le doy teta en apenas unos minutos, sin problema. Esperamos en un pasillo a subir a habitación, tapo con tela para q no le de la luz. Estamos los tres, soy tan feliz!!! A pesar de todo, de mi, del miedo, del hospital, mi hijo ha decidido el día y lugar donde quería nacer, de forma respetada y todo ha ido bien.

Hoy, cuando termino de escribir el relato, mi hijo tiene casi 9 meses ya. 9 meses en los que no nos hemos separado, y me ha demostrado que es un campeón.

Me ha costado escribirlo todo, por lo que me remueve por dentro. Por la añoranza de lo que no conseguí, que era darle un nacimiento más intimo y respetado. Hice todo lo que pude, mi niño…
Quiero agradecer en primer lugar a mi hija, ella es la responsable de todo lo que conseguimos, que no fue poco. A mi pareja, que estuvo a mi lado y creo que hizo todo lo que supo por acompañarme.
A mis comadronas, por su comprensión y acompañamiento. Se que no fue fui una embarazada fácil, pero siempre tuvisteis palabras de comprensión y apoyo. Ojalá si tengo un tercer hijo podáis acompañarme en su nacimiento en casa.
A Mónica, por su enorme apoyo, confidente en esas ultimas semanas, que escuchó todos mis miedos, me hizo reír mucho y distraerme en los momentos de bajón.
Y a apoyocesáreas, a todas las mujeres maravillosas que están en ella, tan fuertes, decididas y empoderadas. Vuestras experiencias y relatos me ayudaron muchísimo, aunque los leía en silencio, sin participar mucho. Aún os sigo leyendo, de vez en cuando, no puedo evitarlo! Os debía mi relato, y aquí está. Espero que pueda ayudaros con mi historia, igual que me ayudaron las vuestras. Nadie dijo que fuera fácil, pero se puede parir. PODEMOS!!!!!

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