[:es]Llevaba como una semana con contracciones suaves, y ya le había comentado a Luci que tenía la sensación de que llegaría el parto y no me iba a dar cuenta. Luci se reía y me decía que tranquila que cuando me pusiera de parto me iba a enterar. Así estuve casi una semana.

Son las 4:49 de un miércoles, estamos con papá en la cama durmiendo, yo me despierto con la primera contracción, me he enterado, es distinta de las otras, ahora lo sé, estoy segura, ilusionada y de parto, no digo nada y empiezo a contar en silencio las contracciones.

Quiero disfrutar de esta sensación, estoy feliz, ha llegado la hora y juntos vamos a viajar hacia el encuentro. Tu para nacer a la vida y yo para nacer a ser mujer-madre.

Intuyo que será largo, ya lo hemos hablado con Inma y Luci, yo tengo muchas ganas de parir, de vivir esta experiencia, siento que necesito tiempo para sentirla, que necesito atravesar la experiencia y sé que debo transformarme, que puedo aprovecharla para que me atraviese, que quiero crecer con cada sensación.

Papá a mi lado se despierta, las contracciones son fuertes pero puedo llevarlas, me abraza y me acompaña, no he tenido que decir nada, él sabe que estás viniendo.

A las 7 de la mañana llamamos a Luci, sé que las contracciones son muy espaciadas (cada 6-7 minutos) pero estoy tan emocionada de que ya estamos de parto que necesito llamarla para contarle. Sobre la marcha decido que no avisemos a nuestros padres, solo a tres amigas para que prendan velitas.

Luci llega a casa y yo me animo, estoy contenta, feliz, me sumerjo en cada ola. Con Luci en la punta de la cama siento algo nuevo, sangre? Se ha desprendido parte del tapón mucoso.

Durante todo el día voy fluyendo en el dolor, cada contracción es un nuevo comienzo, cuando pasan reseteo. No importa cuantas van, no importa cuantas faltan. Actitud de presente y consciente. Mas tarde voy a saber que ese mecanismo de resetear cada contracción es el que me ha ayudado a estar tantas horas.

Llega Judith, el parto se vuelve una fiesta. Rueda de mujeres que hablan, comparten, y salvo el dolor físico, que es real, consigo que mi cabeza este centrada, no voy a dejarme arrastrar por el dolor, sé que no hay sufrimiento, tu llegada es alegría y gozo, al dolor puedo soportarlo. Me pongo de pie, me siento, converso, me río, camino por la casa. Contracción a contracción sé que estás cada vez más cerca.

Primer cambio de planes, Inma no estará físicamente en el parto, viene Raquel. Fluyo con los cambios. Física y emocionalmente estoy blanda, no pongo resistencias, siento que me guías, te siento bien; Luci y Judith me dan mucha confianza.

Avanza el día y todo sigue igual, no se detiene, pero tampoco se acelera, se “supone” que por la noche el parto se va a acelerar, pero por el contrario, todo se ralentiza y yo estoy un poco cansada. Tengo sueño, necesito una pausa. Sé que no hay marcha atrás, tomo fuerzas, reseteo.

Luci se va casa, y me quedo con Judith, que me acompaña con dulzura. Marco aprovecha para descansar un poco.

Llega Inma,  estoy animada, contenta y al mismo tiempo necesito presencia.

En algún momento Judith se va. Las contracciones se alejan unas de otras, pese a las ganas de que la cosa se anime toca descansar, duermo entre cada contracción, de 10 en 10 minutos, de 13 en 13, un espacio de 20 minutos; Inma decide marcharse.

Ahora solos, quiero un descanso mental, le pregunto a Marco si juega el Barça y le digo que ponga el partido, Marco me mira con cara de asombro, y yo “sí, poné el partido y mas les vale que ganen”; quiero distraerme un momento, cambiar el chip para luego volver a centrarme, para luego asumir con otras fuerzas lo que queda. A pesar de que papá pone el partido, ninguno de los dos lo mira, estamos atentos a cada contracción. Termina el partido, empatan y yo necesito saber qué pasa, mi cabeza irrumpe en el planeta parto, porque no avanza, que es lo que lo detiene. Tengo que gestionar mejor el dolor, necesito optimizar cada contracción, sé que necesito tiempo para que pasen cosas, siento que necesito atravesar muchas capas, sanarme, darme cuenta, puedo vivir el parto por arriba, o zambullirme en él y aprovecharlo para nacer renovada, plena, nacer a una nueva Mujer que esta dentro y pugna por salir.

Me doy una ducha y decidimos quedarnos en el baño un rato, yo metida en la media-bañera, papá siempre a mi lado, contando cada contracción, acompañándonos.

Salimos del agua y vuelvo a la cueva, la habitación donde planeamos parir, en un colchón en el suelo nos sentamos con Marco espalda contra espalda, casi como de una meditación se tratara, pasamos lo que queda de noche, las contracciones son fuertes, pero no suficientemente seguidas, Marco duerme entre contracción  y contracción.

Siento a papá a mi lado, desde el comienzo a estado observando, sosteniendo, sabiendo estar. Su presencia silenciosa me ayuda y me sostiene, me da fuerzas cuando las pierdo.

Pasamos la noche todo es silencio, concentración, y sobre las 6 la cosa comienza a animarse, aunque no lo suficiente.

Llevamos dos días de parto, le pido a Marco que llame a Luci, estoy desanimada; necesito ánimos, necesito saber que lo estoy haciendo bien, que está pasando algo. En este momento veo tu llegada lejana, por momentos pierdo la consciencia de lo que está por suceder, vas a nacer.

Luci propone hace un tacto, tengo que aceptar lo que sea que pase, llevamos más de 24 horas, un tacto ahora puede darme fuerzas o hundirme, pero asumo ese coste mental y que sea lo que tenga  que ser.

Estoy de 6-7 centímetros, aun falta, recién vamos por la mitad. Reseteamos y seguimos, no importa cuanto falta.

En el planeta parto el tiempo se hace confuso, algunos minutos se hacen horas y algunas horas minutos.

Paso de la pelota, al suelo, a cuatro patas, de pie, bailo, contra la pared, algunas contracciones me piden vocalizar, otras silencio y atención.

En algún momento del día me “gano” meterme en la piscina, y cuando me meto en el agua tibia, me siento en la gloria, por fin un descanso, que placer, hasta el dolor se vuelve agradable en el agua. Luci me advierte que el agua puede hacer aun más lento el proceso, pero dadas las circunstancias y el tiempo que llevo, necesito este premio para mitigar el dolor y recuperar fuerzas no tanto físicas, si no mentales.

El agua me ayuda a reflexionar y pensar en que es lo que me esta bloqueando, que tengo que revisar porque no quiero/puedo parir.

Salgo del agua, y me quiero ir a una tela que tengo para colgarme. Magia… siento las primeras contracciones con ganas de pujar. Y de lo bien que llevaba mentalmente el dolor, siento un quiebre, dentro siento que me derrumbo, la cabeza va a mil, y aparece por primera vez la idea de si podré parir, no veo el final, y necesito saber que puedo hacerlo. Cuanto falta? No lo sé.

Después del quiebre y sobre las 19:30 siento la necesidad de llamar a mi mamá y contarle que estoy de parto, como si mi niña interna necesitara de su aprobación para parir, ese momento en que sientes que tienes que abandonar el rol de hija, para volverte madre, y nadie mejor que mi madre para ayudarme, acompañarme, animarme.

La llamada a mi madre fue clave y sanadora. Antes de llamar, las contracciones son cada 5-6 minutos. Así que sentada sobre la pelota, intento aclarar mis ideas, tengo entre 4 y 5 minutos para hablar, cuento con el tiempo entre contracción para llamar y explicarle lo que pasa. Viene una contracción, y cuando termina, llamo, le explico lo que está pasando y siento su voz, calmándome, diciéndome que ya sabía que algo estaba pasando y que aun en la distancia está a mi lado; la visualizo a mi lado cogiéndome de la mano. Se me termina el tiempo, tengo que colgar, viene la siguiente contracción que ahora me toma con fuerzas renovadas.

Ahora sí, el parto se anima, aun faltando horas, mi sensación es de que ya casi estamos. Sé que sé parir.

Vuelvo a la piscina, el dolor es cada vez más intenso, y la sensación de pujo se vuelve fuerte, tanto como el dolor. En cada contracción me abrazo a papá con fuerza.

Lo que pasa a mi alrededor se desdibuja, ya no sé quien está, cuando a llegado, cuando se han ido, pero siento la presencia tanto de Marco como de las comadronas, sé que no estoy sola, no estamos solos.

Raquel, me propone hacerme un tacto yo misma, y qué emoción… toco por primera vez tu cabecita, ya falta menos, empiezo a ver el final.

No sé en que momento Luci se ha ido a casa a descansar, estoy en la piscina, es de noche, en cada contracción me abrazo fuerte a Marco, nos acompañan Judith y Raquel. Las contracciones se vuelven cada vez más intensas y ahora entre cada contracción percibo el agotamiento físico, y temo porque ese agotamiento no me deje parir. Ya he tocado tu cabeza y sé que estás cerca, solo queda el ultimo tramo. Le pregunto a Raquel si hay posturas baja-bebés, y tomo una decisión para mí muy importante, voy a sacrificar mi “expectativa” de parto, voy a renunciar a los planes e ideas que tenía de querer que nazcas en el agua; cualquier imagen que pudiera tener de cómo me hubiera gustado que nacieras se derrumbó en ese momento y dejo que ésta, la manera en que estas naciendo, sea la mejor y la más maravillosa que podría ser, la que en algún lugar sutil hemos acordado.

Raquel llama a Luci y le comenta mi decisión, así que solo queda salir del agua y esperar a que llegue Luci.

Con Luci en casa, probamos cabaret, la silla de la reina y todo “el Kamasutra comadronil” que pueda existir. Yo siento que no encuentro donde, sé que estas ahí pero yo no te encuentro. Y en una de las posturas por fin se rompe la bolsa, puedo verlo con el espejo, hasta puedo sentir el ruido que hace al romperse.

Varias posturas y Raquel me propone descanso, y me dice que me tumbe en el sofá, que intente dormir entre cada contracción y que recupere fuerzas.

Yo sé que las contracciones tumbada son las que peor me sientan, que con las pocas fuerzas que me quedan serán insoportables. Raquel me ayuda a ponerme en el sofá de lado y cuando va a venir la contracción una energía muy primitiva surge de mi interior y sé que así no, y con la contracción surge la magia, dejo que mi instinto me lleve y me dejo caer del sofá. Caigo de rodillas, a cuatro patas como una fiera. Sujeto fuerte con una mano la de papá y con la otra me abrazo a una almohada. Empujo…

En la siguiente contracción siento las voces de Luci, Raquel y Judith, “bien! Así! Lo estás haciendo muy bien!” y encuentro donde, Luci me propone mirar en el espejo, y yo no quiero, siento que si abro los ojos voy a perder esta sensación. En la siguiente contracción, te siento, te siento dentro, como si con mi vagina pudiera tocarte, sentirte, abrazarte, puedo saber donde estás, tu cabeza, tu cuerpo, y puedo sentir muy claramente que estamos ya casi. Ahora sí, ahora sé que sé parir…

Siguiente contracción, mi cabeza va muy rápido y sé que tengo que optimizar mis fuerzas, quedan muy pocas, y en la siguiente contracción siento el famoso aro de fuego. Con el cansancio que tengo, y las pocas fuerzas el dolor es insoportable. Así que mido fuerzas y voy a por todas. Empujo, aun no ha llegado la contracción pero empujo igual, ya sé donde. Y sale tu cabeza en un solo pujo. La toco, es maravilloso sentirte, esta sensación va a quedar en mi para siempre. La tibieza de tu cabeza en mi mano, parece que el mundo se detiene, y puedo sentir ese poder, la puerta de la vida en mi mano, yo soy la puerta y tu estás ahí, atravesándola, entrando a la vida. No hay sensación mas emponderada que esa. Sé que han sido 41 horas y un poco más, pero las volvería a vivir, cada minuto, y aun así quisiera quedarme en este instante para siempre.

Siguiente contracción y en un pujo, sale todo tu cuerpo. Las dulces palabras de Raquel diciéndome “cógelo, cógelo” y tu cuerpo resbaladizo, tibio, puro, tu cuerpo bello deslizándose y mis brazos que van a buscarte.

Te cojo, y te pongo en mi pecho, ya no hay dolor, sólo estamos tu y yo, todo el mundo se detiene en este minuto.

Cuando dicen amor a primera vista yo siento que es curioso, porque contigo tuve amor a primer olor. Tu olor me embriagó, dulce, tan rico. Y tú, mi amor, eres tan precioso… ni mi mejor imaginación podría haber imaginado lo bello que eres, lo dulce que es tenerte en mi pecho.

Lo hemos conseguido, ya estás aquí entre mis brazos.

Fue largo… sí… pero no cambiaría nada, ni un minuto. Dolió… sí, pero no sufrí, el dolor me mantuvo despierta físicamente y en otros niveles.

 

Dar las gracias…

Gracias a Bruno, por elegirme como su mamá, por el regalo de parir, por regalarme el privilegio de ser su mamá.

A Marco, mi pareja, por estar siempre a mi lado, por amarme, por caminar juntos el camino de la vida.

Gracias a Néixer a Casa, por acompañarnos en el viaje de hacernos padres, con tanto amor. Por comprendernos, apoyarnos, respetarnos, por hacernos sentir personas. Por ser conscientes de que atravesamos el momento más importante de nuestras vidas. Por el calor, el afecto y la profesionalidad.

Gracias Luci, por ser la mejor comadrona del mundo. Sin tu voz dulce a mi lado no hubiera sido lo mismo. Por todo el tiempo, tus palabras, tus silencios, tu ternura a lo largo de todo el embarazo, en el parto y después.

Gracias Raquel, por estar, por el respeto, agradezco que la causalidad hizo que estuvieras también en la fiesta.

Gracias a Inma, por acompañarnos, por hacernos saber que estabas aunque no físicamente. Eres una super mujer.

Gracias a Judith, tenemos el privilegio de ser tus primeros, ha sido hermoso conocerte.

Gracias a mi madre, por lo maravilloso que es ser su hija.

Gracias a las amigas/hermanas elegidas de la vida Agnès, Marta, Jorgelina.

Agradecida a la vida.

Agus Bruno[:ca]

Llevaba como una semana con contracciones suaves, y ya le había comentado a Luci que tenía la sensación de que llegaría el parto y no me iba a dar cuenta. Luci se reía y me decía que tranquila que cuando me pusiera de parto me iba a enterar. Así estuve casi una semana.

Son las 4:49 de un miércoles, estamos con papá en la cama durmiendo, yo me despierto con la primera contracción, me he enterado, es distinta de las otras, ahora lo sé, estoy segura, ilusionada y de parto, no digo nada y empiezo a contar en silencio las contracciones.

Quiero disfrutar de esta sensación, estoy feliz, ha llegado la hora y juntos vamos a viajar hacia el encuentro. Tu para nacer a la vida y yo para nacer a ser mujer-madre.

Intuyo que será largo, ya lo hemos hablado con Inma y Luci, yo tengo muchas ganas de parir, de vivir esta experiencia, siento que necesito tiempo para sentirla, que necesito atravesar la experiencia y sé que debo transformarme, que puedo aprovecharla para que me atraviese, que quiero crecer con cada sensación.

Papá a mi lado se despierta, las contracciones son fuertes pero puedo llevarlas, me abraza y me acompaña, no he tenido que decir nada, él sabe que estás viniendo.

A las 7 de la mañana llamamos a Luci, sé que las contracciones son muy espaciadas (cada 6-7 minutos) pero estoy tan emocionada de que ya estamos de parto que necesito llamarla para contarle. Sobre la marcha decido que no avisemos a nuestros padres, solo a tres amigas para que prendan velitas.

Luci llega a casa y yo me animo, estoy contenta, feliz, me sumerjo en cada ola. Con Luci en la punta de la cama siento algo nuevo, sangre? Se ha desprendido parte del tapón mucoso.

Durante todo el día voy fluyendo en el dolor, cada contracción es un nuevo comienzo, cuando pasan reseteo. No importa cuantas van, no importa cuantas faltan. Actitud de presente y consciente. Mas tarde voy a saber que ese mecanismo de resetear cada contracción es el que me ha ayudado a estar tantas horas.

Llega Judith, el parto se vuelve una fiesta. Rueda de mujeres que hablan, comparten, y salvo el dolor físico, que es real, consigo que mi cabeza este centrada, no voy a dejarme arrastrar por el dolor, sé que no hay sufrimiento, tu llegada es alegría y gozo, al dolor puedo soportarlo. Me pongo de pie, me siento, converso, me río, camino por la casa. Contracción a contracción sé que estás cada vez más cerca.

Primer cambio de planes, Inma no estará físicamente en el parto, viene Raquel. Fluyo con los cambios. Física y emocionalmente estoy blanda, no pongo resistencias, siento que me guías, te siento bien; Luci y Judith me dan mucha confianza.

Avanza el día y todo sigue igual, no se detiene, pero tampoco se acelera, se “supone” que por la noche el parto se va a acelerar, pero por el contrario, todo se ralentiza y yo estoy un poco cansada. Tengo sueño, necesito una pausa. Sé que no hay marcha atrás, tomo fuerzas, reseteo.

Luci se va casa, y me quedo con Judith, que me acompaña con dulzura. Marco aprovecha para descansar un poco.

Llega Inma,  estoy animada, contenta y al mismo tiempo necesito presencia.

En algún momento Judith se va. Las contracciones se alejan unas de otras, pese a las ganas de que la cosa se anime toca descansar, duermo entre cada contracción, de 10 en 10 minutos, de 13 en 13, un espacio de 20 minutos; Inma decide marcharse.

Ahora solos, quiero un descanso mental, le pregunto a Marco si juega el Barça y le digo que ponga el partido, Marco me mira con cara de asombro, y yo “sí, poné el partido y mas les vale que ganen”; quiero distraerme un momento, cambiar el chip para luego volver a centrarme, para luego asumir con otras fuerzas lo que queda. A pesar de que papá pone el partido, ninguno de los dos lo mira, estamos atentos a cada contracción. Termina el partido, empatan y yo necesito saber qué pasa, mi cabeza irrumpe en el planeta parto, porque no avanza, que es lo que lo detiene. Tengo que gestionar mejor el dolor, necesito optimizar cada contracción, sé que necesito tiempo para que pasen cosas, siento que necesito atravesar muchas capas, sanarme, darme cuenta, puedo vivir el parto por arriba, o zambullirme en él y aprovecharlo para nacer renovada, plena, nacer a una nueva Mujer que esta dentro y pugna por salir.

Me doy una ducha y decidimos quedarnos en el baño un rato, yo metida en la media-bañera, papá siempre a mi lado, contando cada contracción, acompañándonos.

Salimos del agua y vuelvo a la cueva, la habitación donde planeamos parir, en un colchón en el suelo nos sentamos con Marco espalda contra espalda, casi como de una meditación se tratara, pasamos lo que queda de noche, las contracciones son fuertes, pero no suficientemente seguidas, Marco duerme entre contracción  y contracción.

Siento a papá a mi lado, desde el comienzo a estado observando, sosteniendo, sabiendo estar. Su presencia silenciosa me ayuda y me sostiene, me da fuerzas cuando las pierdo.

Pasamos la noche todo es silencio, concentración, y sobre las 6 la cosa comienza a animarse, aunque no lo suficiente.

Llevamos dos días de parto, le pido a Marco que llame a Luci, estoy desanimada; necesito ánimos, necesito saber que lo estoy haciendo bien, que está pasando algo. En este momento veo tu llegada lejana, por momentos pierdo la consciencia de lo que está por suceder, vas a nacer.

Luci propone hace un tacto, tengo que aceptar lo que sea que pase, llevamos más de 24 horas, un tacto ahora puede darme fuerzas o hundirme, pero asumo ese coste mental y que sea lo que tenga  que ser.

Estoy de 6-7 centímetros, aun falta, recién vamos por la mitad. Reseteamos y seguimos, no importa cuanto falta.

En el planeta parto el tiempo se hace confuso, algunos minutos se hacen horas y algunas horas minutos.

Paso de la pelota, al suelo, a cuatro patas, de pie, bailo, contra la pared, algunas contracciones me piden vocalizar, otras silencio y atención.

En algún momento del día me “gano” meterme en la piscina, y cuando me meto en el agua tibia, me siento en la gloria, por fin un descanso, que placer, hasta el dolor se vuelve agradable en el agua. Luci me advierte que el agua puede hacer aun más lento el proceso, pero dadas las circunstancias y el tiempo que llevo, necesito este premio para mitigar el dolor y recuperar fuerzas no tanto físicas, si no mentales.

El agua me ayuda a reflexionar y pensar en que es lo que me esta bloqueando, que tengo que revisar porque no quiero/puedo parir.

Salgo del agua, y me quiero ir a una tela que tengo para colgarme. Magia… siento las primeras contracciones con ganas de pujar. Y de lo bien que llevaba mentalmente el dolor, siento un quiebre, dentro siento que me derrumbo, la cabeza va a mil, y aparece por primera vez la idea de si podré parir, no veo el final, y necesito saber que puedo hacerlo. Cuanto falta? No lo sé.  

Después del quiebre y sobre las 19:30 siento la necesidad de llamar a mi mamá y contarle que estoy de parto, como si mi niña interna necesitara de su aprobación para parir, ese momento en que sientes que tienes que abandonar el rol de hija, para volverte madre, y nadie mejor que mi madre para ayudarme, acompañarme, animarme.

La llamada a mi madre fue clave y sanadora. Antes de llamar, las contracciones son cada 5-6 minutos. Así que sentada sobre la pelota, intento aclarar mis ideas, tengo entre 4 y 5 minutos para hablar, cuento con el tiempo entre contracción para llamar y explicarle lo que pasa. Viene una contracción, y cuando termina, llamo, le explico lo que está pasando y siento su voz, calmándome, diciéndome que ya sabía que algo estaba pasando y que aun en la distancia está a mi lado; la visualizo a mi lado cogiéndome de la mano. Se me termina el tiempo, tengo que colgar, viene la siguiente contracción que ahora me toma con fuerzas renovadas.

Ahora sí, el parto se anima, aun faltando horas, mi sensación es de que ya casi estamos. Sé que sé parir.

Vuelvo a la piscina, el dolor es cada vez más intenso, y la sensación de pujo se vuelve fuerte, tanto como el dolor. En cada contracción me abrazo a papá con fuerza.

Lo que pasa a mi alrededor se desdibuja, ya no sé quien está, cuando a llegado, cuando se han ido, pero siento la presencia tanto de Marco como de las comadronas, sé que no estoy sola, no estamos solos.

Raquel, me propone hacerme un tacto yo misma, y qué emoción… toco por primera vez tu cabecita, ya falta menos, empiezo a ver el final.

No sé en que momento Luci se ha ido a casa a descansar, estoy en la piscina, es de noche, en cada contracción me abrazo fuerte a Marco, nos acompañan Judith y Raquel. Las contracciones se vuelven cada vez más intensas y ahora entre cada contracción percibo el agotamiento físico, y temo porque ese agotamiento no me deje parir. Ya he tocado tu cabeza y sé que estás cerca, solo queda el ultimo tramo. Le pregunto a Raquel si hay posturas baja-bebés, y tomo una decisión para mí muy importante, voy a sacrificar mi “expectativa” de parto, voy a renunciar a los planes e ideas que tenía de querer que nazcas en el agua; cualquier imagen que pudiera tener de cómo me hubiera gustado que nacieras se derrumbó en ese momento y dejo que ésta, la manera en que estas naciendo, sea la mejor y la más maravillosa que podría ser, la que en algún lugar sutil hemos acordado.

Raquel llama a Luci y le comenta mi decisión, así que solo queda salir del agua y esperar a que llegue Luci.

Con Luci en casa, probamos cabaret, la silla de la reina y todo “el Kamasutra comadronil” que pueda existir. Yo siento que no encuentro donde, sé que estas ahí pero yo no te encuentro. Y en una de las posturas por fin se rompe la bolsa, puedo verlo con el espejo, hasta puedo sentir el ruido que hace al romperse.

Varias posturas y Raquel me propone descanso, y me dice que me tumbe en el sofá, que intente dormir entre cada contracción y que recupere fuerzas.

Yo sé que las contracciones tumbada son las que peor me sientan, que con las pocas fuerzas que me quedan serán insoportables. Raquel me ayuda a ponerme en el sofá de lado y cuando va a venir la contracción una energía muy primitiva surge de mi interior y sé que así no, y con la contracción surge la magia, dejo que mi instinto me lleve y me dejo caer del sofá. Caigo de rodillas, a cuatro patas como una fiera. Sujeto fuerte con una mano la de papá y con la otra me abrazo a una almohada. Empujo…

En la siguiente contracción siento las voces de Luci, Raquel y Judith, “bien! Así! Lo estás haciendo muy bien!” y encuentro donde, Luci me propone mirar en el espejo, y yo no quiero, siento que si abro los ojos voy a perder esta sensación. En la siguiente contracción, te siento, te siento dentro, como si con mi vagina pudiera tocarte, sentirte, abrazarte, puedo saber donde estás, tu cabeza, tu cuerpo, y puedo sentir muy claramente que estamos ya casi. Ahora sí, ahora sé que sé parir…

Siguiente contracción, mi cabeza va muy rápido y sé que tengo que optimizar mis fuerzas, quedan muy pocas, y en la siguiente contracción siento el famoso aro de fuego. Con el cansancio que tengo, y las pocas fuerzas el dolor es insoportable. Así que mido fuerzas y voy a por todas. Empujo, aun no ha llegado la contracción pero empujo igual, ya sé donde. Y sale tu cabeza en un solo pujo. La toco, es maravilloso sentirte, esta sensación va a quedar en mi para siempre. La tibieza de tu cabeza en mi mano, parece que el mundo se detiene, y puedo sentir ese poder, la puerta de la vida en mi mano, yo soy la puerta y tu estás ahí, atravesándola, entrando a la vida. No hay sensación mas emponderada que esa. Sé que han sido 41 horas y un poco más, pero las volvería a vivir, cada minuto, y aun así quisiera quedarme en este instante para siempre.

Siguiente contracción y en un pujo, sale todo tu cuerpo. Las dulces palabras de Raquel diciéndome “cógelo, cógelo” y tu cuerpo resbaladizo, tibio, puro, tu cuerpo bello deslizándose y mis brazos que van a buscarte.

Te cojo, y te pongo en mi pecho, ya no hay dolor, sólo estamos tu y yo, todo el mundo se detiene en este minuto.

Cuando dicen amor a primera vista yo siento que es curioso, porque contigo tuve amor a primer olor. Tu olor me embriagó, dulce, tan rico. Y tú, mi amor, eres tan precioso… ni mi mejor imaginación podría haber imaginado lo bello que eres, lo dulce que es tenerte en mi pecho.

Lo hemos conseguido, ya estás aquí entre mis brazos.

Fue largo… sí… pero no cambiaría nada, ni un minuto. Dolió… sí, pero no sufrí, el dolor me mantuvo despierta físicamente y en otros niveles.

 

Dar las gracias…

Gracias a Bruno, por elegirme como su mamá, por el regalo de parir, por regalarme el privilegio de ser su mamá.

A Marco, mi pareja, por estar siempre a mi lado, por amarme, por caminar juntos el camino de la vida.

Gracias a Néixer a Casa, por acompañarnos en el viaje de hacernos padres, con tanto amor. Por comprendernos, apoyarnos, respetarnos, por hacernos sentir personas. Por ser conscientes de que atravesamos el momento más importante de nuestras vidas. Por el calor, el afecto y la profesionalidad.

Gracias Luci, por ser la mejor comadrona del mundo. Sin tu voz dulce a mi lado no hubiera sido lo mismo. Por todo el tiempo, tus palabras, tus silencios, tu ternura a lo largo de todo el embarazo, en el parto y después.

Gracias Raquel, por estar, por el respeto, agradezco que la causalidad hizo que estuvieras también en la fiesta.

Gracias a Inma, por acompañarnos, por hacernos saber que estabas aunque no físicamente. Eres una super mujer.

Gracias a Judith, tenemos el privilegio de ser tus primeros, ha sido hermoso conocerte.

Gracias a mi madre, por lo maravilloso que es ser su hija.

Gracias a las amigas/hermanas elegidas de la vida Agnès, Marta, Jorgelina.

Agradecida a la vida. 

 

Agus Bruno

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